El año pasado bautizamos al Paraíso como el festival que necesitaba Madrid, aquí podéis leer la crónica. No fue un arranque triunfal. Casi nunca lo son. El caballero que está detrás del festival lo sabe bien: José Morán es el cofundador del FIB y su primera edición también fue deficitaria. La cuestión es que si el producto es bueno, solo hace falta un poco de paciencia (y bastante pasta) para que acabe siendo un éxito. Después de cómo ha salido la segunda edición, con un 40% más de abonos vendidos que el año anterior, casi podríamos decir que se ha consolidado. El cartel volvió a ser soberbio y, salvo por unas cuantas cuestiones técnicas, el festival resultó una experiencia inmejorable. Por eso estamos convencidos de que el Paraíso 2020 será histórico.

Viernes 14 junio

Lo primero que detectamos nada más entrar fue una mayor austeridad que en la primera edición, tanto en el tamaño del escenario principal, como en las instalaciones artísticas y en la decoración del recinto. Una decisión lógica si querían garantizar su continuidad. Sea como sea, donde no recortaron fue en el line-up, brillante desde primera hora. No hay más que ver que los encargados de abrir el escenario principal fueron Maribou State. En un comienzo, su fino lo-fi techno barnizado con funk estuvo bastante empañado con la saturación de los graves, omnipresente en casi todas las actuaciones de este escenario, aunque pronto descubrimos que se mitigaba alejándose de las primeras filas y acercándose a la mesa de sonido. Acto seguido, en el escenario Club, presenciamos el mejor live de house de todo el festival. El creador: Jacques Green. La experiencia de la que aún carece queda totalmente suplida gracias a un talento desbordante. Sus producciones son brillantes. Combina a la perfección atmósferas introspectivas y melodías evocadoras. El resultado, un buen rollo impresionante en una pista bastante abarrotada para ser la hora que era. El cierre no pudo dejarnos más arriba ya que se marcó su impresionante remix del “White Ferrari” de Frank Ocean.

Después de contagiarnos con el ritmillo caribeño del trío electro-tropicalero de Mula, disfrutamos de la soberbia clase de IAMDDB, bautizada como Diana De Brito, que visitaba por primera vez Madrid para cautivarnos con su fresca mezcla de RnB, dancehall y hip hop pausado de la nueva escuela. Un concierto muy para sala y muy poco para festival, pero aún así no fue difícil abstraerse con su voz. Al mismo tiempo la pareja canadiense Bob Moses presentaba su último trabajo, ‘Battle Lines’, con una respuesta muy positiva, que sobre todo se encendió con su hit “Tearing Me Up”, tema con el que lograron la fama y se llevaron un Grammy. Eso sí, la zona que estaba desbordada a esa hora era la capitalizada por Nicola Cruz. El francés residente en ecuador demostró ser un gran reclamo. No es para menos. Su sesión fue un increíble viaje por los Andes. Su habilidad para combinar techno y cumbia sabanera resulta admirable y, sobre todo, adictiva. Logra destilar un sonido tan característico que quieres más y más, hasta que afloren los calambres. Pero aún no nos podíamos permitir ese lujo, quedaba por delante demasiado festival.

Nunca hemos sido excesivamente fans del electro-Disney de CHVRCHES, pero con su directo demostraron por qué eran los cabezas de cartel de la jornada. Regresaron a Madrid cinco años después de su última visita y sin duda alguna están en su mejor momento. Dejando a un lado algún que otro problema técnico, Lauren Mayberry, frontwoman con aspecto de niña y actitud de guerrera, demostró sus encomiables aptitudes vocales mientras giraba como una peonza de un lado a otro del escenario. Repasaron tanto su último trabajo, ‘Love is Dead’, con temas como “Miracle”, “Get Out” o “Never Say Die” pero también otros de sus anteriores discos, como “The Mother We Share” o “Recover”, aunque se dejaron en el tintero su último lanzamiento, “Here With Me”. Debo admitir que me gustan bastante más después de verlos en directo.

Llegada la media noche, Cerrone se subió al escenario principal. O dicho de otra forma, la música disco personalizada lo hizo. Y es que el francés ya era un referente de ese género incluso antes de que éste llegara a Europa. Por eso tuvo que cruzar el charco para triunfar, y vaya si lo hizo. Se convirtió en uno de los productores de música disco más importantes de Europa y vendió más de 30 millones de discos. Toda una leyenda que contagió su french touch hasta a los poco familiarizados con el ochenteo. Apoyado por unos visuales tan horteras como cabía esperar y la vocalista Barbara Tucker, comenzó la sesión con la créme de la créme del disco más purista de la mano de coplas como “Love in C Minor” o “Give Me Love”. En la segunda mitad se focalizó más en el proto house europeo del que por ejemplo forma parte su clásico absoluto “Supernature”. Muy disfrutable.

Desgraciadamente, su sesión se solapó con el live de Ross From Friends, así que tuvimos que consolarnos con el exquisito y oscuro house de John Talabot, hasta que tocó el turno de Polo & Pan. Más french touch, pero en este caso de la mano de una pareja que tiene una peculiar forma de entender la electrónica. Es como si cogieras la musiquilla de una caja de música infantil y la sacaras por los bafles de una discoteca inundada de perversión. Hay que admitir que es difícil resistirse a su retorcida luminosidad con alma de feria. Acabado su set, ya solo quedaba la traca final del día. Es cuando más difícil lo tuvimos para elegir en qué escenario dar por concluido nuestro banquete de baile, así que los elegimos todos. Picoteamos aquí y allá y nos llevamos un poco del infalible techno metálico de Solomun, el housero de Young Marco y el lisérgico de KiNK. A desayunar.

Sábado 15 de junio

Cuando la tarde empieza con un grupo tan fascinante como Superorganism, queda claro que va a volver a ser otro gran día de Paraíso. Ocho integrantes procedentes de todas partes del mundo (desde Japón a Australia, pasando por Nueva Zelanda, Corea del Sur o Reino Unido) que viven juntos en una comuna del este de Londres. Hacen una mezcla de electro gaming pop alternativo, por inventarme una etiqueta así sobre la marcha, y desde luego es algo que hay que ver para hacerse una idea de lo que es. Todo en ellos es motivo de alabanza, desde canciones como “Everybody Wants to be Famous”, “Something For Your M.I.N.D” o “SPRORGNSM”, a sus perturbadores visuales dedicados a la cultura pop y el universo de los memes o sus excéntricas coreografías con frutas. El momento más entrañable del concierto fue cuando su carismática y diminuta líder Orono Noguchi nos recriminó que en el Primavera Sound la gente bailaba más. Después se puso con reservas una gorra publicitaria que le lanzó alguien del público, temerosa de que se tratara de una alguna organización cuestionable, hasta que se enteró de que era un fertilizante para cannabis y lo celebró con entusiasmo. Muy adorable.

Or:la nos regaló la mejor sesión de techno de todo el festival. Así, sin dubitación. La joven dj británica fue nombrada hace dos años mejor talento emergente en las cabinas británicas según DJ Mag. La palabra clave es talento. Es de esos casos excepcionales en los que sabes que alguien ha nacido para hacer lo que hace. Es tan buena selectora y tiene tan buen gusto para las mezclas y las progresiones que cuesta creer que sea tan joven. En fin, ojalá estuviera la sesión online para escucharla en bucle. Idem con la lección de baile que nos dio Channel Tres y sus dos acompañantes en el escenario principal. El espectáculo básicamente fue un electrizante groove de bajo, coreografías demenciales y una voz con un fuelle inagotable. Su house es un chute de energía y él un animal de escenario. Bueno, un animal a secas, porque incluso llegó a bajar al público para demostrarnos como se tiene que mover uno en su concierto. Lo intenté. Casi me disloco el hombro.

Después de semejante frenesí, el concierto de Rhye se hizo bastante cuesta arriba. Ahora son más funk que antes, pero siguen preservando un intimismo más apropiado para una sala que para un festival. La que sí nos voló la cabeza fue Charlotte Gainsbourg. Actriz, cantante e icono francés, tan rebosante de estilo que cuesta creer que haya tanto concentrado en una sola mujer. Fue un concierto intensísimo, sobre todo en la primera mitad, en el que dio rienda suelta a su impresionante ‘Rest’ (empezó y acabó con las canciones que lo inician y finalizan), además de esa joya que todo el mundo ha escuchado alguna vez llamada “Lemon Incest”. Por lo demás, un show visualmente impresionante.

Tras ella, fue el turno de una coreana afincada en Berlín que está dando mucho que hablar últimamente: Peggy Gou. Una de esas dj’s y productoras de techno que se están haciendo sorprendentemente populares en los últimos años en las que convergen tanto el savoir fair como la belleza. Ha sido la última dj en firmar un DJ Kicks y no para de escalar rankings especializados. Del techno con sello de Detroit al house, al acid… tiene para todos y tan bien combinado que resulta un placer bailar a su son. Acto seguido deberíamos haber disfrutado de Mount Kimble pero un fallo técnico hizo que se retrasara tanto que decidiéramos repartirnos entre Pional y Motor City Drum Ensemble. El madrileño hizo el set más heterogéneo de todo el festival. Un homenaje a la electrónica noventera, desde el underground al mainstream, que fue realmente divertida. El alemán, dejó a un lado su faceta technófila más oscura para dar pie a sonidos funk, house, jazz y acid más veraniegos.

La clausura de la segunda edición del Paraíso no podía ser más prometedora ya que estaba a cargo de uno de los mejores dj’s de la historia de la música electrónica: Laurent Garnier. No tardamos en llevarnos un jarro de agua fría. Todo iba bien, con una lección de techno abisal, aunque sobrio en exceso, cuando de pronto la música bajó de volumen súbitamente. Sucedió lo mismo en el escenario de Mano Le Tough, ante la incomprensión de los artistas y la impotencia de los técnicos de sonido. Se decía que se debía a una visita policial y una inoportuna sanción. Sin saber los pormenores, no quedó otra que resignarse y abrazarse a los altavoces como rebaña un hambriento los restos de un plato. Un cierre un poco amargo que aún así no empañó el que volvió a convertirse en el mejor festival electrónico del año en Madrid, y sin duda alguna uno de los mejores del sur de Europa. Ya estamos pensando en la siguiente edición. Teniendo en cuenta que el pasado mes de mayo supimos que la organización del Sónar ha decidido unir fuerzas con la del Paraíso para trabajar juntos a partir de ahora, solo podemos esperar grandes noticias de este increíble festival.


Texto: Javi JB
Fotos: Eva Tejera & Paraíso
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