El indicio evidente de un genio

“Viaje alrededor de Carlos Berlanga”. No podía titularse de mejor manera una exposición acerca de uno de los mitos incontestables de la España de los ochenta, en el cincuenta aniversario del nacimiento del artista. Carlos Berlanga puede ser recordado por muchas cosas: entre ellas, la de ser el creador (junto con Nacho Canut) de grandes himnos generacionales que han llegado hasta nuestros días. Siguen sonando, igual que cuando nacieron, “Bailando”, “Ni tú ni nadie” ó “A quien le importa”, de su etapa en Alaska y Los Pegamoides y Alaska y Dinarama. Más la que, para muchos de sus seguidores, fue su espléndida carrera en solitario, con trabajos deudores de un pasado donde supo enriquecer la mezcla de música de baile con, por ejemplo, una bossa nova que tanto le gustaba. De ahí su homenaje al Antonio Carlos Jobim de la portada de su mejor álbum, “Indicios”, en 1994 y sabiamente reeditado por Austrohúngaro en 2003. Nadie como él fundió a Pet Shop Boys con lo demacrado de sus letras, ni añadir maquillaje con tanta clase a una España que pedía a gritos una insolencia que se escondía en tugurios de libertad sexual e ingenio por muchas de las artes, no sólo la musical.
Y ahora, se le rinde un sentido, justo y memorable homenaje en Madrid, en una exposición que durará hasta el día 7 de marzo de este año en el complejo El Águila de la capital de España; aquella que vio pasar su figura de dandy por la Gran Vía y donde cantó a lo efímero del amor y a esas noches incansables de garitos escondidos, de paredes escuetas y donde la luz de la noche se fundía con las estrechas calles de Chueca y Malasaña.

Hijo de otro genio, el cineasta Luis García Berlanga (el gran creador de películas de la talla inconmensurable de “Plácido” y “El verdugo”), nació el 11 de agosto de 1959 y se inició en la música a finales de los setenta con Kaka de Lux, catalogado por muchos como el primer grupo de punk estatal. El nombre del grupo fue ideado por el propio Berlanga, uniendo lo más moderno y lo más cutre. Tras la muerte del grupo, Alaska, Nacho Canut y Carlos forman junto con Eduardo Benavente y Ana Curra Alaska y los Pegamoides”, editando su primer single en 1980, “Horror en el hipermercado”. En 1982 Carlos abandona el grupo y forma Dinarama, al que se le sumarían Alaska y Nacho Canut para formar Alaska y Dinarama. Y a finales de los ochenta desaparece Dinarama y Alaska y Canut forman Fangoria, lo que supone el nacimiento en solitario de los cuatro discos de estudio de Berlanga, que quedó desamparado por el éxito comercial y aupado después con los honores que merecía por grupos como Astrud, La buena vida, Ibon Errazkin (magnífico productor de su último disco) y tantos otros que le han colocado en el lugar que le viste de gala como uno de los mejores músicos nacionales de las últimas décadas en España.

Carlos Berlanga realizó, por ejemplo, el cartel para la película de Almodóvar Matador” en 1986 y para la XIII Mostra de Valencia en 1992. Ilustraciones, serigrafías y tiras cómicas, como las que realizó entre 1989 y 1990 para el diario ABC, con Olga Zana y La petrificada como protagonistas, completan el trabajo de este artista en una exposición donde el desenfado no está reñido con la contracultura imperante en una España que veía crecer algo diferente y que fue valorado como movimiento iconoclasta años después.

La exposición se compone de un centenar de obras originales de distintas técnicas y formatos, además de una selección de fotografías personales del artista (realizadas por Pablo Pérez-Mínguez, Alberto García-Alix, Jaime Gorospe, Javier G. Porto, Sergi Margalef, Alejandro Cabrera, Miguel Ángel Invarato, Miguel Trillo, Andrea Santolaya y Jesús Ugalde, entre otros. De igual manera, se pueden observar vitrinas con documentos además de un audiovisual con actuaciones y entrevistas en proyección continua, de un autor que consideraba su faceta artística igual de importante que la musical.

Sus primeros trabajos fueron academicistas y datan de 1973. Tan sólo expuso un par de veces sus obras con anterioridad: la primera exposición fue en Granada en 1981 y la siguiente en Madrid, en 1993.
Ahora, la mayor parte de la colección lo forman trabajos que han sido cedidos por amigos suyos para este evento.

Tratando sus obras como inspiración y no como copia, sus influencias claras le venían de artistas como Dalí, Andy Warhol ó Picasso. Cubismo y pop-art, lo cañí, el color y las ganas de trasladar la diferencia hacia el terreno del arte e impregnar lo identificable bajo la huella de una nueva mentalidad. De ahí la perspectiva metafísica y daliniana de “El espíritu Chanel“, obra de 1994 ó “Marquesa neomoderna” (1981), con su particular inclinación hacia el tema de la moda.

Por otra parte, se aprecia su virtuosismo popular y el tema taurino de “Taruromoaquia” (1993) y el colorismo flamenco de “La dama española”, que data de 1978.
También bodegones con sandías, frutas y guitarras, donde dominan el azul y el rojo, de estas obras que realizó entre 1984 y 1999.

La esencia de su amigo Pedro Almodóvar se aprecia más que palpable en “Caretos” (1982) y “Sí, no juzgues” (1990). Y el pop de Warhol en “El bote de Colón ” en 1979. Y portadas de discos, como el de “Fan fatal” en 1989 ó “Doris Day hits” en 1981.

Pueden verse también objetos curiosos como piedras pintadas que Carlos Berlanga y sus amigos ponían a la venta en el rastro madrileño, así como un trofeo que se le entregó en la sala Rockola en el año 1982.

Aprovechando el homenaje, se ha publicado un catálogo de más de 300 páginas, fruto de la colaboración de muchos de sus amigos. El catálogo incluye un CD con una selección de canciones de su etapa en solitario, tres de ellas inéditas en este formato.

El diseño de la exposición corre a cargo del pintor Sigfrido Martín Begué, amigo del homenajeado. Es una exposición que pudo verse en Valencia y quizá recorra otras ciudades españolas después de Madrid.

Carlos Berlanga era un hombre al que no le gustaba vivir sólo. El tímido de Kaka de Lux nos dejó muchas otras cosas a parte de su música. Un legado de una España que vio nacer y crecer una nueva inquietud patente en las mentes y oídos de muchos de nosotros.


Texto: Ángel Del Olmo

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