Entrevista Natos y Waor (1ª parte) : En ningún momento nos hemos planteado nada que no fuera seguir trabajando juntos.

Descarados, caóticos y melancólicos. Natos y Waor son el nombre más potente del rap emergente en nuestro país. Rap que llena salas y festivales hablando de calle, drogas y de un nihilismo con cierto aire destructivo. Tras las letras, se encuentran Gonzalo y Fernando, crecidos en los barrios de Madrid y a día de hoy artistas hechos a sí mismos. Acumulan millones de reproducciones en Youtube, giras inacabables y un fenómeno fan sin precedentes en una trayectoria underground de cinco años. Hablo con Waor para intentar comprender los ingredientes de este éxito. ( Puedes leer la segunda parte de la entrevista aquí. )

Son conscientes de que tienen a la suerte de su lado. O al trabajo, la constancia y el talento, ya que en su último lanzamiento, Martes 13, dejan bien claro que no son supersticiosos. “Que le jodan a la suerte”, escupen en más de una canción. Pero saben que se encuentran sobre el podio. Waor nos cuenta: “Ahora hacemos mucho más que rapear. Dedicamos muchas horas a la página y a gestionarlo todo, porque, para bien o para mal -sobre todo para bien, especifica- , esto ya es un curro. Pero nosotros nos sentimos unos privilegiados pudiendo vivir de lo que más nos gusta hacer, seríamos idiotas si nos quejáramos”.

Todo comenzó con dos chavales, mucho parque y algún tema aislado grabado por pura vocaciónn. Una canción se convirtió en dos, cinco en Por la Jeta y a partir de ahí, una maqueta tras otra. De manera natural. Natos y Waor nunca se plantearon ser un grupo: de pronto llenaban salas por toda España. “Casi sólo nos salió grabar Catarsis, y ya a partir de ahí ya eso tiraba. Yo trabajo muy a gusto con Natos, me gusta un montón lo que hace y creo que al revés también. Estamos muy contentos juntos y somos una buena mezcla. En ningún momento nos hemos planteado nada que no fuera seguir hacer haciendo cosas juntos”.

“Yo trabajo muy a gusto con Natos. Me gusta un montón lo que hace y creo que al revés también, somos una buena mezcla. En ningún momento nos hemos planteado nada que no fuera seguir htrabajando juntos”.

Sobre la mesa, Martes 13. Una nueva apuesta a todo. Un Caja Negra venido a más, donde las colaboraciones, los estilos, y la intensidad se multiplican. Más gritos de Costa, más versos, más introspección con cierto regusto a resaca de domingo.

Pero también hay riesgo, un intento de superarse que, dice Waor, responde a la evolución natural: “No nos hemos sentado a planear nada. Pero yo, hablando por mí, como Fer, me encontraba el defecto de sonar muy lineal en todas las canciones, con entonaciones muy parecidas y demasiado tranquilote todo. Me escuché Caja Negra muchas veces y he querido dar una vuelta a todo. Hemos “arriesgado” entonando o cantando, dentro de nuestras limitaciones. Pero tampoco creo que diste tanto de lo que hemos hecho otras veces. Como todos evolucionamos, hemos madurado y creo que hemos avanzado en la dirección correcta”.

Hacen rap cabreado y triste, un rap un poco antitodo, de ingredientes anárquicos con residuos de vieja cultura punk corriéndole por las venas. En su actitud y en las letras. Waor pasó su adolescencia escuchando punk, rock, oi y ska, derroteros muy distintos a los que ahora le ocupan. Le interesaba el graffiti, escuchaba algo de rap, pero no fue hasta más adelante cuando se nutrió completamente de este género. “Todo el mundo evoluciona y no me he arrepiento de ninguna decisión que he tomado”.

Viven deprisa. Sus maquetas son casi un hito actual en la autoedición y el panorama underground. Con sólo cinco canciones publicadas, cuando Por la Jeta aún era novedad, la casa okupa de La Traba ya reunía a 700 personas para verlos en directo. Años después, llenaron dos veces seguidas la Sala Copérnico. En ese momento piensas: “Hostia tío, hemos metido aquí 1400 personas y haciendo lo que nos da la gana”. Y así es como se forja una de las promesas más férreas del rap en este país.

En tan sólo cinco años han sacado tres maquetas y dos discos cuyo éxito crece exponencialmente. Por dejar a un lado colaboraciones, vídeos y temas en solitario. Ahora viven cabalgando un ritmo de decenas de conciertos y giras demoledoras, en las que un sólo fin de semana acumula tres directos, cientos de kilómetros y demasiadas horas de fiesta. “Me hace muy feliz. No me voy a quejar de eso. Pero es verdad que acabamos agotados. No somos de acabar el concierto e irnos a la cama: acabamos y nos vamos de parranda y al día siguiente toca madrugar, coger el coche, ir a otra ciudad y hacer otra vez lo mismo.”

Son caóticos y descarados. Sus letras estallan. Se mueven entre la locura más festiva y la resaca más introspectiva que pueda provocar el gin tonic. “Somos un poco de extremos, no somos de medias tintas.” Apunta Waor. De ahí la reveladora portada de su último álbum, y la esencia de su música. Tan pronto rapean sobre una base instrumental tradicional de piano o de guitarra como sobre un trallero dubstep sin control. “A los dos nos gustan ambos palos, yo me siento muy cómodo escribiendo sobre instrumentales tranquilas, reflexivas, de temas más meditados. Pero también me gustan las bases cañeras, de locura y desparrame. Y Natos igual, somos bastante versátiles en ese sentido. Un poco de polos opuestos, y en esta variedad de estilos es donde se encuentra la riqueza y lo que hace que un disco no sea monótono.”

Polos opuestos que saben funcionar por sí mismos. Natos y Waor son el sonido reconocible, son el éxito sin sello. Estos jóvenes artistas ya han rechazado una oferta de una potente discográfica y, por el momento, quieren seguir así. “Nosotros nos sentimos muy halagados cuando se han interesado por nosotros. Y nunca digas nunca, pero a día de hoy nos tendrían que proponer un trato tan tan tan bueno, que las discográficas no iban a ofrecerlo. Nos sentimos muy cómodos haciendo todo nosotros mismos, desde la página web a todo lo que nos competa, haciéndolo como queremos nos salen las cosas muy bien. No necesitamos ahora mismo ese apoyo que nos pueden ofrecer. Si algún día nos proponen un trato que no podamos rechazar pues te estaría contando otra historia, pero no creo que eso vaya a pasar, la verdad”.

“Poder vivir de algo que disfrutas haciendo, que no lo podrías ni considerar trabajo, porque es algo que disfruto haciendo y yo haría hasta gratis, es lo que más me llena de lo que hacemos. Pero también, el reconocimiento de la gente, el cariño que te dan, el llegar a la ciudad y que haya mogollón de gente esperando, el calor de los conciertos…es todo cojonudo, de verdad.”

TEXTO: Inés Rodríguez

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