Hellfest Open Air — Clisson (Francia) — 16/06/2012, Día II

Tras la primera jornada, con el segundo día de festival, el Hellfest empezaba a tomar forma y las opciones seguían multiplicándose. Si bien esa diversidad ayudaba a repartir al público entre los escenarios y evitaba las grandes aglomeraciones, la organización no supo tomarle el pulso a ese salto a lo masivo en las tediosas colas para cambiar dinero por fichas o por ejemplo en las duchas, donde había que esperar cerca de una hora para poder usar una. Pero cuando uno conseguía salir de allí con el pelo mojado y una expresión de misión cumplida —o bien se daba media vuelta, lleno de resignación y probablemente algo de suciedad encima—, era hora de entrar al recinto de conciertos.

Oranssi Pazuzu

A las diez y media empezaban las primeras actuaciones, pero no fue hasta las doce y cuarto cuando los finlandeses ORANSSI PAZUZU se subieron al escenario The Temple. Detrás de este nombre extraño, casi cómico, se esconde un sorprendente grupo de black metal psicodélico, una exótica combinación con mucho territorio que explorar. Y con actitud exploratoria se fue desarrollando su música, con partes más rápidas y los típicos guturales del black metal, y otras más atmosféricas, encabezadas por sintetizadores. Entre sus canciones, en un finés incomprensible, “Komeetta” fue el único nombre reconocible. Mientras tanto, un fan acérrimo del death metal miraba constantemente su reloj, a la espera del próximo concierto en The Altar: “¿es que no pasa el tiempo?”.

Después de vagar entre escenarios y mercadillos durante unas horas, y llegar a tiempo a ver a BIG BUSSINESS y su mezcla de stoner y sludge en The Valley, URIAH HEEP salió al escenario principal a primera hora de la tarde. Su sólido y ya consolidado directo empezó en sus dos primeras canciones con un toque más rockero, pero poco a poco fue girando hacia unos sonidos más progresivos, especialmente desde que anunciaron que iban a ponerse nostálgicos y, nunca mejor dicho, viajar atrás en el tiempo. “Traveller in Time” fue esa puerta al pasado y a partir de entonces el órgano hammond fue adueñándose del sonido de los ingleses, en “Gypsy” y con especial protagonismo en “July Morning”. Para terminar, vuelta al mítico Demons and Wizards con “Easy Livin’”.

Uriah Heep

A continuación en el otro escenario principal era el turno de Tobias Sammet con EDGUY, una propuesta que con los años no ha logrado ser tan ambiciosa ni interesante como su trabajo paralelo en Avantasia. Pero Tobias sabe cómo entretener al público y así lo hizo alargando el principio de “Lavatory Love Machine” para hacer participar a la gente —a nadie le sienta bien que le digan que en el Sweden Rock gritaban más fuerte— o también con una pausa comercial antes de “Superheroes” para probar la buena calidad y resistencia de la marca de micrófonos que utiliza. Para muchos todo esto resultaría absurdo e innecesario, pero estaba claro que lo que quería Edguy era hacer pasar un buen rato a quienes acudieron a verles. Y así lo hicieron, más aún cuando concluyeron su actuación con “King of Fools”.

Edguy

SAINT VITUS pronto inició su viaje de vuelta a los ochenta con “Clear Windowpane” y sus guitarrazos rebosantes de wah wah; una demostración maestra de las posibles evoluciones históricas de la psicodelia. Y es que como su canción de cierre, “Born Too Late”, puede que llegaran demasiado tarde a la época de esplendor psicodélico en la escena angelina de la que proceden, pero bajo la influencia de Black Sabbath no tardaron en convertirse en unos de los pioneros del doom metal. Un sonido grave, grueso, tan característico en las guitarras de Dave Chandler y las voces desgarradas de Wino Weinrich. En sus excesos de distorsión, cada nota sonaba con una intensidad insólita, cayendo con toda su pesadez sobre el escenario The Valley y todos aquellos que se congregaban bajo sus techos.

Saint Vitus

Se nota que ENSLAVED están muy cómodos con el sonido de sus últimos discos, en el que su parte progresiva y las voces limpias del teclista Herbrand Larsen van ganando terreno sobre el black metal originario de los noruegos, al menos hasta lo que podría considerarse el equilibrio perfecto entre ambos géneros. Por eso empezaron con “Ethica Odini” y tocaron otros dos temas de su disco más reciente. Sólo habían interpretado canciones de sus tres últimos álbumes hasta que en la recta final del concierto el cantante y bajista Grutle Kjellson le preguntó al público si quería escuchar un tema antiguo. Respuesta afirmativa. Sea. Una versión de “Immigrant Song” de Led Zeppelin, con algún que otro gutural y una fantástica jam final liderada por el guitarrista Ice Dale, cada día más rockero en sus formas. Sólo a continuación les dieron la satisfacción de escuchar un tema antiguo de Enslaved a todos los seguidores del black metal de The Temple: “Allfǫðr Oðinn”.

Enslaved

Ya a medianoche era la hora de ver a THE DEVIL’S BLOOD, cuyo rock clásico y ocasionalmente psicodélico se convirtió en un fenómeno hace tres, cuatro años, cuando estuvieron en gran parte de los festivales europeos presentando su EP y su primer álbum. En esta ocasión traían ya un segundo disco, The Thousandfold Epicentre, que no ha causado tanto revuelo y del que tocaron algunas canciones como “She”, “Burning You” o la que da nombre al álbum. Pero da igual que estos holandeses vayan de satánicos por la vida o que salgan al escenario cubiertos de sangre de cerdo, lo más impactante de su directo es la labor de sus tres guitarristas, que con sus estilos tan dispares logran crear una compenetración y unas armonías nada habituales. Así lo demostraron a lo largo de un concierto–ritual en el que ligaron absolutamente todas las canciones, desde la inicial “Evermore” hasta esa última de riff tan pegadizo que es “Christ or Cocaine”. E incluso tuvieron la temeridad —temeridad para un festival de horario tan apretado— de pasarse cinco minutos de la hora con una increíble despedida instrumental.

The Devil’s Blood

Aunque para temeridad la de Axl Rose con sus exclusivamente suyos GUNS N’ ROSES. ¿Seguir saliendo al escenario a hacer lo que hace? Después de The Devil’s Blood todavía daba tiempo a ver la última hora de las dos y media que le habían concedido a la mítica banda californiana, en la que sonaron clásicos como “November Rain”, “Civil War” y “Knockin’ on Heaven’s Door”. No queda nada de ese Axl que corría en calzoncillos por todo el escenario, pero tampoco parecía cantar tan mal como estos días suele pensarse. El problema era su incapacidad para entusiasmar y no precisamente por su séquito de mercenarios, que parecían tener una motivación mucho mayor que la suya. Todo había ido medianamente bien hasta que llegó el último bis, “Paradise City”, donde sistemáticamente tenía que parar a respirar a mitad del estribillo. ¿Demasiados años? ¿Demasiadas horas de concierto? Buenas noches, Axl, seguro que te acostarías orgulloso.


Texto: Miguel E. Rebagliato

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