Pink Floyd – A Foot In The Door. The Best Of Pink Floyd (EMI, 2011)

Se han escrito ríos y ríos de tinta sobre la discografía oficial de los británicos experimentales Pink Floyd. Tomemos, por ejemplo, un LP como The Dark Side Of The Moon. Desde su condición de disco que batió todos los records de permanencia en las listas de éxitos a sus sorprendentes coincidencias y sincronismos con el largometraje El Mago De Oz. Centrémonos en ‘Money’, una de las canciones más conocidas del álbum. Con una de las introducciones más características de la banda (el famoso bucle de la caja registradora), el tema fue una auténtica obra de arte de la ingeniería de sonido y, pese a que “demonizaba” el dinero, seguramente sea una de las canciones que más capital les ha hecho ganar en todos los tiempos.

Wish You Were Here es una de las genialidades de Pink Floyd, aunque también es uno de los trabajos en los que se empieza a ver al bajista y letrista del grupo, Roger Waters, como una persona que se estaba saturando del invento Floyd –en cierta forma una respuesta a los tira y afloja que se venían produciendo en el seno del cuarteto–. Por eso muchos son los que ven en ‘Have A Cigar’ algo más, ese comentario que hace el personaje de la canción, el ejecutivo de compañía discográfica: “El grupo es fantástico / Eso es lo que realmente pienso / Por cierto, ¿cuál de ellos es Pink?”.

Dentro de la historia de Pink Floyd, y por mucho que pasen los años, Roger Waters siempre será recordado por sintetizar el sinónimo ideal de The Wall. Este músico, visionario como pocos, mostró al mundo en 1979 lo que sólo una minoría llegaría a conseguir en el proceloso mundo de la música experimental: la obra conceptual perfecta. Un Waters tiránico, pomposo, pagado de sí mismo y dispuesto a sembrar la agonía en el estudio de grabación, consiguió lo que pocos esperaban, que no es otra cosa que conjugar con acierto el verbo triunfar, en el presente y en primera persona del singular. Y es así, ya que, mientras para Pink Floyd serviría como escalón seguro sobre el que aposentar sus siguientes publicaciones (The Final Cut o A Momentary Lapse Of Reason), para Roger marcaría su futuro como solista.

Y estas pinceladas son sólo algunos detalles de las dieciséis imborrables instantáneas sónicas que contiene A Foot In The Door. Cierto es que se quedan fuera las piezas del álbum Animals, donde Pink Floyd volvía a los temas de extensión mastodóntica, pero para contrarrestar este grandes éxitos se acerca al ya citado The Final Cut de 1983. Por ello, aunque algunos discos tengan que quedar sin representación, creaciones como ‘See Emily Play’, ‘High Hopes’, ‘The Fletcher Memorial Home’ o ‘Eclipse’ combinan a la perfección con los temas más radiados del combo progresivo. Una compra perfecta con la que hacer un rápido recorrido por algunos de los minutos más emocionantes grabados por Pink Floyd.

sguillen

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