Portishead – Poble Espanyol, Barcelona – 22-06-2012

La veterana formación de Bristol fue el grupo seleccionado para abrir la temporada de Els Concerts del Poble Espanyol (Los Conciertos del Pueblo Español). El teclista Geoff Barrow y la cantante Beth Gibbons se presentaban por vez primera en nuestro estado lejos de los carteles de los grandes festivales veraniegos, un hecho que estaban dispuestos a celebrar con una doble cita, es decir, ofreciendo dos conciertos diferentes, en dos días consecutivos, pero repitiendo escenario. En esta ocasión, la banda de trip-hop había confeccionado un cartel ecléctico bajo el patrocinio de Estrella Damm pero con un claro papel protagonista: King Creosote & Jon Hopkins, Thought Forms y Cuchillo eran las bandas escogidas para el concierto del viernes, mientras que MF Doom, Thought Forms y Anímic harían lo propio el día siguiente.

En formato de mini festival de un día, los británicos aguardaban la llegada de la noche mientras los asistentes combinaban el estoicismo de soportar ese calor y esa humedad tan incómodos, cómo omnipresentes, en los conciertos de tarde veraniega en la ciudad condal con las ganas de poder gozar de una velada musical muy ansiada. Para abrir boca, y para aquellos que pudieron aproximarse a tiempo al inicio de la jornada, los más que interesantes Cuchillo demostraron que lo suyo no es flor de un disco y que todavía tienen muchas cosas buenas e importantes que decir. Los decibelios se exponenciaron con la aparición sobre el escenario de Thought Forms, aunque cómo después de la tormenta siempre llega la calma, King Creosote & Jon Hopkins ejercieron a la perfección su rol de grupo previo a Portishead acomodando los oídos de los asistentes a melodías más suaves y armónicas. Eso sí, el público presente se mostraba más bien ausente ante los grupos previos, reservando energías para el auténtico motivo de su asistencia. Dato significativo dónde los haya y que viene a reafirmar, una vez más, que en Barcelona seguimos acudiendo a los conciertos por los nombres con una tipografía mayor en los carteles y no por los artistas.

La cosa, cómo no, adquirió un matiz bien diferente cuando los deseados hicieron acto de presencia para liderar la que sería la primera de sus dos grandes noches. Abanderados por una pantalla gigante tan necesaria para los espectadores más alejados cómo efectista para el grupo, dieron comienzo al directo con rigurosa puntualida. “Silence” fue su primer tema pero no fue hasta la cuarta canción, uno de los cortes de su gran álbum Dummy, que los casi 5000 espectadores abarrotaron el pie de escenario y comenzaron a corear los temas con una devoción casi reverente. La presencia de Gibbons, su manera de interpretar, denotan un carisma encandilador de los que pocos pueden escapar; hacia ella, la mirada se torna admiración y la admiración en ciega pleitesía. Durante las dos horas que duró el concierto, la formación ofreció un escrupuloso repaso a su discografía, incluyendo lo más selecto Third, Portishead y del ya mencionado Dummy.

Las primeras palabras que la cantante dirigió al público fueron un escueto aunque sincero agradecimiento en inglés. La noche también tuvo momentos de calmada tensión entre los propios espectadores cuando los más silenciosos comenzaron a recriminar con silbidos los bullicios de aquellos que exteriorizaban de manera totalmente impulsiva su alegría y fervor. Contextualidad es lo que nos falta muchas veces; si estamos en un concierto al aire libre, dónde la máxima de la gente es disfrutar y pasárselo bien, ¿qué se supone que tienen que hacer? ¿callar y admirar inmóviles a los artistas limitando sus muestras de cariño a aplausos coordinados tras la interpretación de cada tema? He de reconocer que yo, en éste tipo de conciertos, me encuentro más próximo a estos últimos asistentes que no a los apasionados, pero comprendo mucho más su actitud en espectáculos de esta índole que no la de los espectadores acomodados. Y a la contextualidad anterior me remito, el escenario era un minifestival al aire libre no un concierto en el Palau de la Música.

Trivialidades a parte, el momento de la velada fue para el tema “Machine Gun”. Mientras las notas perforaban nuestros tímpanos con sibilina crudeza, los monitores mostraban manifestaciones reconocibles y cargas violentas de Mossos d’Esquadra; después, un amanecer rojo y la emotividad del público en estado de efervescencia. “We Carry On” fue el tema escogido para clausurar el primero de los dos conciertos en Barcelona antes de que Beth Gibbons abandonara el escenario y estrechara sus manos a las de algunos asistentes cómo agradecimiento por su soporte y fidelidad incondicional. Porque son detalles cómo estos, y no la cifras de ventas de sus discos, los que hacen que un artista se gane el calificativo de “grande”.


Raül Ruiz

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