Musicopolis de nuevo en el festival de Roskilde. Da igual cuando leas esto. Es nuestro festival favorito y cada edición que pasa las razones para volver se fortalecen. Este 2023 el cartel no parecía el mejor, pero una vez en tierras danesas las otras virtudes del evento se muestran imbatibles: sonido perfecto, eclecticismo absoluto, buen gusto de los programadores y un entorno lleno de buen rollo, “orange feeling” que se dice por allí, donde se vive una semana por y para la música.

El gran rito del primer día con el recinto principal abierto, el miércoles, es la carrera para ver quién es el primero en alcanzar el escenario Orange, donde miles de personas corren en gloriosa estampida para que el ganador sea rociado con champagne y agraciado con un abono para el año que viene. Poco tiempo después comienza la música y ya no parará hasta la madrugada del domingo.

Iniciamos con Jake Blount en el escenario Gloria, que empezó con retraso y sonido regulero, algo muy raro en este festival pero que este año ocurrió con bastantes bandas, tardanzas aderezadas con insultos a aerolíneas, empresas de equipaje y aeropuertos en general. A lo que íbamos, Blount practica folk clásico norteamericano envuelto en temáticas contemporáneas y, en ocasiones, inquietantes bases afro futuristas.

En la otra punta, en el nuevo escenario Eos, ya estaba actuando Villano Antillano en un show que es toda una reivindicación del activismo trans en uno de los espacios europeos que más han hecho por el colectivo. Muy cerca, en el renombrado escenario Gaia (misma carpa y distinta localización para el antiguo Pavilion) estaban Big Joanie, un trío que se autodefine “black feminist punk” y al que creemos que le falta un poco de punch y ensayar más. En todo caso, si Thurston Moore ha confiado en ellas nosotros les daremos otra oportunidad.

Primer nombre importante de la noche con Rema en el escenario Arena, ritmos africanos desde Nigeria con mensajes rapeados válidos para todo el planeta. Mucho osito y setas en las proyecciones mientras surgen momentos guitarreros y bateriles casi de rock duro entre el afrorave. Un generoso soplo de aire fresco en una escena de rap-pop globalizado que, quizás por exitosa, está tendiendo a estandarizarse y homogeneizarse. Maravillosas ‘Holiday’ y ‘Calm Down’, transmite desde su sencillez la libertad que tiene su música y te pone a bailar de la nada

A nosotros nos gusta de todo, y el siguiente paso fue pasear al Avalon para presenciar el espectáculo de Lorna Shore. ¡Qué importante es el buen sonido para las bandas de estilos extremos!, ¡cuánto disfrutamos de los juegos de luces, las diferentes secciones en cada tema, los solos neoclásicos, los guturales cavernosos y el doble bombo rutilante!.

Lleno absoluto en el escenario principal, el Orange, para el concierto de Kendrick Lamar, donde hasta los fans de las últimas filas se sabían todas las canciones. La cultura del hiphop es totalmente mainstream en escandinavia y es posible ver a más de 60.000 asistentes disfrutando del rapero norteamericano. Cada vez que le vemos nos gusta más una canción diferente, esta vez fue ‘Money trees’ con sus momentos guitarreros.

De vuelta al Arena nos esperaba Josh Homme y compañía, la banda de rock más importante de esta edición del festival. Nada más y nada menos que Queens Of The Stone Age. No nos pueden apasionar más. Sus ritmos ciertamente trotones. Su maravillosa intensidad, marca de la casa. Su nuevo disco es colosal en directo, el sostén riffeado de bajo de ‘Paper Machete’ es soberbio y le deja un colchón perfecto para un solo de guitarra magistral. Durante ‘Make it with Chu’ la banda juega con el público y este responde aplaudiendo con fruición.

Final de noche con Son Rompe Pera, y es que, señores del jurado, cumbia is the new punk. ¿Punk con marimba? Sí, es posible y es necesario. En directo la banda mexicana es muy rockera y contundente mientras los líderes sacuden la marimba a 4 manos con la furia de un Johnny Ramone del 76 con su Mosrite. No hablaban inglés pero declararon: I love you y viva méxico. No hizo falta más para montar, incluso, un circle pit. “Arriba el rock cabrones”.

Texto y fotos: Rafael Mozún
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