Crónicas de conciertos

Tarque – Sala La Riviera, Madrid – 2/2/2024 “Donde renace el Rock and Roll”

El rock es predecible por su constante vuelta a los clásicos. La historia del rock es una iteración constante sobre los mismos referentes que, con el tiempo y la mezcla de parámetros, se van resignificando. La música de Tarque tiene meridianamente claros dichos orígenes, en un ejercicio de homenaje -pretendido o no- a multitud de formaciones de los años 70.

No era una casualidad que, mientras el público se posicionaba en las primeras filas, resonasen en la sala temas de Def Leppard, Black Sabbath o Bad Company. “¡Quién no conozca esto que retroceda!” brama un exaltado antes de que arrancase ‘Girls Got Rhythm’ y -seguidamente- la intro de la banda: una sirena de emergencia nuclear sin paliativos antes de que caigan ‘Bombas en son de paz’. Un oxímoron que parece que no va a terminar nunca. “Después alguien dirá a los muertos que todo ha sido una broma” sentenció el filósofo E. Páramos hace un cuarto de siglo.

El verdadero rock enfoca sus energías hacia el compromiso o la evasión, y el murciano también tiene letras para recomendar ‘Escapa del amor’, con ritmo acdcero y estribillo baronrojizo. Otra con inicio genuinamente Young & Young sería ‘El diablo me acompañará’, hasta que mediado el tema intercede San Jimmy Page y llegan sus reconocibles acordes, ritmos cortantes y elaborados solos.

Tarque pone nombre a una banda que perfectamente podría llamarse Raya, y es que el guitarrista Carlos Raya imparte magisterio en cada minuto, haciendo sonar su instrumento más grande que si hubiera varias guitarras. Además mantiene su pacto con el diablo, con un aspecto juvenil alejado de sus 58 años. Al otro lado y tras él disfrutan Chapo González y Coki Giménez, sección rítmica de colosal groove y potencia.

Prosiguen los vúmetros al 11 y un muro de marshalls en la retaguardia. Son necesarios. Aunque sea por pose. ‘Mar de Whisky’ es un blusazo lleno -pues claro- de booze, y con referencias al estándar ‘Nobody Knows You When You’re Down and Out’. “Nadie te quiere cuando todo va mal”. Este clásico recorre un duelo y tras las cuchillas del solo de guitarra llega un epílogo a lo ‘I Want You (She’s So Heavy)’. “Es su ‘Since i’ve been loving you’, ¿ves?“ remata el exaltado, al que ya amamos.

La ceremonia del directo insiste en su enésima reencarnación con un ‘Helter Skelter’ con afinación extremadamente baja. A lo Korn, para que nos entendamos. Querencia noventera que afirma un excelso final con guiño a Rage Against The Machine. Qué bueno es sentirse vivo. ‘Flores de acantilado’ parece ‘No Quarter’, con algunos coros que firmaría Gilmour y un patrón rítmico de ‘Assault Attack’. Todas las referencias celestiales se reciben y aceptan con una sonrisa.

El cantante presentó ‘Maldigo’ como una versión de Willie Dixon por la vía Cactus. Y el ‘Evil’ tarquiano vuelve a hacerse carne en otro temazo supervitaminado como si de un hurto genial a lo Page/Plant se tratara. Con una tremenda voz abrasiva made in Murcia y un Coki Bonham que golpea su batería de la única manera posible. Lo más fuerte que se pueda. Bravo.

Siguen los homenajes con ‘Jealous Guy’ de The Black Crowes y un solo de guitarra que nos hace pensar en George Harrison. ‘Calle sin luz’ fue la única mención a la banda principal del vocalista, y se integra gustona en el repertorio. Aún quedaba buena mierda -perdón, buen material- para los bises. ‘He vuelto para veros arder’ nos enganchó a la primera escucha con su triple hey-hey-hey y, por si faltaba poco, añaden un toque de ‘Woman From Tokyo’ y nos hace añorar el Budōkan.

‘Donde nace el R&R’ sintetiza en pocos minutos la hora y media larga previa de éxtasis rockero. Hasta cierran con un ‘Whole Lotta Love’ orgásmico donde Raya retuerce las clavijas en éxtasis. 90 minutos de homenaje al rock más clásico. “los chicos malos queman gasolina, sueñan con reinas pálidas del rock que les hagan volar”. Sex and drugs and rock and roll sin necesidad de instrucciones.

El rock renace en cada concierto, tributo es esto, no una banda aburrida de tocar siempre -por muy mítico que sea- el mismo solo de guitarra (la mismísima tabarra que diría Monsieur Abarca). Qué gran noche para el rock más sudoroso. Menudo magisterio setentero para los que respiramos rock and roll. For those about to rock…


Texto y fotos: Rafael Mozún
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