Benjamin Jarry, The Healthy Boy y Dominique A. Teatro del Instituto Francés. Madrid.14-01-2013

Bajo el epígrafe “De Nantes a Madrid”, tres grupos visitaron el pequeño y acogedor Teatro del Instituto Francés madrileño, lleno a rebosar (unas 300 personas), para observar que la música que se hace en el país vecino tiene tanta amplitud de fronteras como cualquiera de la que se exporta desde el más coyuntural de los países con igual pasado musical y presente poderío melódico en su variedad de riqueza en grupos y propuestas.

El cabeza de cartel de la noche, un Dominique A que, no nos engañemos, no vino a presentar su nuevo disco sino a demostrar que es uno de los mejores artistas europeos del momento, volverá a Madrid el próximo día 24 en la Sala Arena.

De cómo saber sacar partido de un violonchelo

El primero en aparecer fue el tímido violonchelista Benjamin Jarry que utilizó su instrumento para crear atmósferas orgánicas, muy cercanas al universo planteado por los Godspeed you! Black emperor de “f#a#∞”.Si una parte del cerebro la utilizáramos para crear ruidos y otra para hablar, el violonchelo (como instrumento de cuerda que tradicionalmente se parece más a la voz humana) estaría en medio de ambos. De ahí que los “loops” que crea Jarry sean utilizados como arma para extraer una sensación de extraña quietud. Su último trabajo lleva por título “Splendid insolation”; desconocido en España, se puede insinuar su trabajo, armado muchas veces bajo capas que bien podrían servir como banda sonora para las letras de “Las solidaridades misteriosas” de un Pascal Quignard más ampuloso pero igual de melancólico. Consigue meterte en un ambiente extraño y misterioso; romántico y profundamente embriagador. Su música cautiva.

De cómo arañar una guitarra y una profunda voz

El segundo de la noche fue una sorpresa aún mayor. The Healthy boy es un hombre que parece sacado de una caverna donde han vivido un Tom Waits menos lacerante y un Leonard Cohen más folk; y se ha hecho primo de ambos, llevando sus acordes desde las dos mitades del corazón, hasta la última vena de los que sentados apreciábamos con mucho asombro lo que un hombre hace con su voz y una guitarra. Era la primera vez que venía a España (espero que no sea la última…) y defendiendo su “Came farce camisole”, transita con pausada, simpática y conmovedora voz unas canciones que arropa con tanta simpleza como arrebato. Tiene voz de canalla y eso le hace todavía más fascinante. A seguir.

De cómo hacernos volar, desde el cerebro hasta el corazón

Y apareció un Dominique A, enfundado en negro pero más luminoso que nunca. Nos cogió del corazón con los cinco dedos de los cinco miembros de su banda desde la primera a la última de las canciones de su excelente e impoluto repertorio; subió desde allí a la razón y con sus alas nos elevó hasta el cielo. Si un hombre, tras más de veinte años de experiencia, tiene en su haber una obra maestra de la talla de “La Musique-La Matière” (ya tardó lo suyo en publicarse como álbum doble en nuestro país, ¡qué injusticia!) y además puede modular la voz, desde el rock más arrebatador al más sinuoso, elegante y distinguido que un artista pueda crear con unas cuantas de las mejores melodías del actual panorama musical contemporáneo, pues todo está casi hecho. Sobre el escenario es dueño y señor de lo que crea. El año pasado publicó su última y magnífica obra, “Vers les lueurs”, y apuntó que, tras todos estos años dedicado a la música, tiene alguna canción buena….como si no nos lo creyéramos ya. Nos presentó “Le Sens”, “Ostinato”, “Close West”,“Immortels” (cuando algunos ya estábamos al borde del llanto), el ritmo trotón de la estupenda “Rendez-nous la lumiére”, en fin, para qué enumerar todas las canciones si no sirve de nada. Su gigantesca fuerza en vivo queda adherida en sus canciones que aún ganan más fuerza al presentarlas en vivo, igual de vital que su presente. Estupendo al mando de su voz y dirigiendo a su impecable grupo. Es un artista que nos traído, con una inteligencia insondable (mezclando los colchones electrónicos con voces, guitarras y melodías), a lo más granado de la música popular francesa hasta nuestros días. Rock y pop se confundieron en una feliz reunión hasta alcanzar límites inverosímiles hacia una conmoción radiante.

Le seguiremos allá a donde vaya. “Hasta que el cuerpo aguante”.


Texto: Ángel Del Olmo

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