El primer festival electrónico del verano en Madrid, diurno en su mayor parte, en plena Ciudad Universitaria y con un cartel internacional de lujo. Era prácticamente imposible que la primera edición del Utopía no fuera un éxito. Y eso es precisamente lo que fue: unas 40.000 personas entre los dos días lograron superar las expectativas de la organización, que ya ha asegurado que habrá una nueva edición el año que viene. De hecho, han ido más allá afirmando que este festival electrónico ha venido para quedarse. Desde aquí no podemos más que alegrarnos enormemente de que Madrid tenga un nuevo evento de estas características y les deseamos la mejor de las suertes para que se consolide firmemente en el futuro.

Este mes de junio Madrid está sacando pecho ya que su agenda está plagada de festivales como el Mad Cool, el Mula Fest o el Madrid Music City, ya que el 4every1 finalmente se celebrará en septiembre. El caso es que recién nacido Utopía no lo tenía nada fácil, pero se le esperaba con muchísimas ganas y la venta de abonos se disparó en la víspera del evento. La organización decidió apostar sobre seguro al incluir nombres como David Guetta o Armin Van Buuren en su cartel. O lo que es lo mismo, algunos de los dj’s de EDM más populares del momento. Sin embargo, también actuaron otros menos conocidos pero mucho más atractivos en términos cualitativos. Hubo un poco de todo, así que nosotros no podíamos perdérnoslo. Rumbo a Cantarranas, el campo de rugby de la universidad Complutense en el cual también se celebra el Dcode, para bailar durante 24 horas de bailoteo convulso.

Desde el primer paseo por el recinto tostado por el sol ya se apreciaba el espíritu del Tomorrowland en el ambiente: un escenario principal bastante espectacular para tratarse de un montaje modesto, mucha juventud muy motivada y con el cuerpo pintado con chorradas, banderas atadas al cuello como si fueran capas… en fin, esas cosas. Dos escenarios: Vulcano y Waterfall. EDM y techno respectivamente. El primero tenía un nombre bastante justificado dado que se asemejaba a un volcán pero la denominación del segundo era más bien aleatoria. Sin embargo, fue en este donde presenciamos las mejores sesiones dado que el principal estuvo reservado a todos aquellos dj’s que tiran de micro para enardecer al público. Sobra precisar cuál estuvo abarrotado y cuál registró una asistencia más discreta.

Nuestro particular recorrido se vio iniciado por el saber hacer de Heidi a la hora de la siesta. Si no llega a ser por los manguerazos y las botellas de agua que llovieron desde el escenario nos hubiera dado un sucundún. Mucho calor. El que nos pusiéramos a batir el estómago en plena digestión tampoco ayudó, pero el acid house que nos puso la británica nos animó a empezar la fiesta con todo el ritmo del que fuimos capaces de mantener a esas horas intempestivas. Carlos Jean por su parte tiró de electropachanga que, todo hay que decirlo, resultaba bastante divertida para ir entrando en calor. Remixes de radio fórmula y ritmos facilones que nos hicieron coger a Deetron con ganas. A medio camino entre el house más sobrio y un techno bastante contundente hizo que la explanada de la Complutense sonara un poco a Detroit. Quintino tiró de morralla Big Room de principio a fin y Martin Solveig, con un estilo housero comercial bastante más fresco, exprimió todo lo que pudo su único éxito notable: “Intoxicated”, hasta el punto que lo pincho dos veces.

Daniel Avery se marcó un set sin sorpresas, pero tampoco un solo patinazo. Sobre todo optó por tirar de producciones y remezclas propias que en su conjunto logró un resultado de lo más correcto. El techno house de Cassy dio paso a los dos platos fuertes del día, para uno y otro bando, si es que podemos llamarlo así: David Guetta y Maceo Plex. El primero ofreció básicamente lo que esperábamos de él: todos los temas del EDM que han sonado en la mayoría de los disco pubs de barrio de los últimos años, subidones frenéticos, remixes destrozados, balbuceos microfoneados y parones incomprensibles. Como cuando dejas a tu colega adicto al red bull que se encargue de pinchar canciones en Spotify en una fiesta. La muchachada enloquecida por el Thunderbitch pareció divertirse en cualquier caso. Sin embargo, Maceo Plex facturó una sesión maravillosa. A caballo entre el deep techno y el tech house, no dio tregua alguna. La rabia de los bpms se mezcló con sutiles y deliciosas melodías que nos hicieron bailar hasta la extenuación. Calidad y diversión por igual. Magnífico. Hot Since 82 también lo hizo bien, aunque sin alardes, mientras que Alesso hizo bailar a los menos exigentes gracias a temas como “Heroes” o “If I Lose Myself” y unos cuantos petardos de acompañamiento. La primera jornada había llegado a su fin. A dormir un rato y a por la segunda.

Sábado de sobremesa. Entramos en el recinto con el cuello tan enrojecido del día anterior como si nos hubieran dado dos docenas de collejas. En ese momento estaba Diplo sobre el escenario repartiendo cera de tempraneo porque por la noche tenía otra fiesta en París. Moombah, trap, bass house… coctelera de moderneo en su onda habitual. De igual modo, el set de Supermartxé de la mano de Brian Cross siguió la línea de sus macrofiestas de Fabrik y logró hacer saltar al respetable a pesar de que aún era bastante pronto. Desde luego a esas horas nos entró mucho mejor el minimal ibicenco de Damian Lazarus. Asimismo, un notable alto para Showtek, ajenos al espectáculo tombolero del resto de sus compañeros del escenario Vulcano, centrados en una buena selección y cerrando a lo grande con “The Sun Goes Down”.

Si algo demostró Dj Tennis es que es capaz de bailar entre distintos estilos, aunque a veces cayera en el letargo. Eso sí, su coqueteo con el italodisco fue de lo más sugerente. Mucho más que el house pesado del británico Skream. Rudimental era uno de los reclamos más esperados y aunque precisamente eso jugó en nuestra contra, esperar demasiado de ellos, es innegable que ofrecieron un show enérgico y muy divertido. Ni dieron el concierto que deseábamos (fue un dj set con vocalistas) ni trajeron a la magnífica Ella Eyre. Sin embargo sus suplentes dieron la talla y temazos como “Waiting All Night” o versiones de grandes como Notorious B.I.G. o House Of Pain hacen que levantes los pies del suelo aunque no te apetezca.

Apollonia, o lo que es lo mismo, el trío compuesto de Shonky, Dan Ghenacia y Dyed Soundorom, tiró de un house fresco con bastante groove que fluyó como el aceite. Nicky Romero tan previsible y hortera como siempre, aunque y quizá precisamente por eso logró reventar el principal y hacer que la gente se lo pasara bomba con sus proyecciones de karaoke. Aunque para hortera el Armin Van Buuren de la actualidad. Ha pasado de ser una de las figuras más respetables del trance mundial a un cutre que a estas alturas pincha cosas como la banda sonora de Blade. Eso sí, mucho confeti y llamaradas para aderezar con alegría semejante baturrada de Chiqui Park. Arrasó, por supuesto. Desde luego más que los que le siguieron: Tale Of Us y W&W. El primero solía gustarnos mucho pero ha caído en una espiral de minimal techno que de tan minimal acaba resultando un tostón. Demasiado lineales, aunque su carisma sigue estando ahí. Los segundos pusieron un traqueteo bastante más bailable, aunque carente de la finura y buen gusto del anterior. Aunque tratándose de clase y señorío, a quien hay que mencionar es a Dixon. Mentiríamos si dijéramos que nos acordamos de mucho porque a esas alturas de la jornada nuestros sentidos ya estaban algo dispersos, pero si algo podemos afirmar es que fue el cierre perfecto de un festival que solo podemos esperar que eche raíces y crezca tanto en asistencia como en calidad. Por lo pronto no podría haber tenido un comienzo mejor. Enhorabuena.


Texto: Javi JB
Fotos: Ana Sánchez y Utopía
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