Crónica Desakato — Madrid 18/10/2014

La noche del sábado 18 fue esa especie de respuesta karmática que todas las bandas que a fuerza de pulso propio y tesón buscan un renombre en el panorama nacional merecerían. Y es que de un tiempo a esta parte Desakato a pasado de telonear a los mejores grupos de rock urbano del país a engrosar esa exigua lista de cabezas de cartel. A base de directos, festivales y nuevas composiciones que nunca pierden calidad los asturianos se han labrado las tablas necesarias para que un concierto como el del sábado pasado sea norma: el premio es llenar la sala, y hacerlo de un público absolutamente entregado a cada uno de tus temas.

El directo fue un repaso tanto a las más coreadas canciones de sus discos anteriores («Cada vez», «Octubres Rotos», «Cuando salga el sol»), como a lo nuevo de su último trabajo «Buen Viaje», y dato del apuntador: a diferencia de la mayoría de conciertos, apenas sí era distinguible el material nuevo del antiguo en lo que a respuesta del respetable se refiere. Una retaíla de sonido atronador inagotable, que ni siquiera en las baladas, punto fuerte de la banda, parecía querer descansar del todo. Y el grupo tan sólo necesitó un brevísimo descanso a los 45 minutos antes de volver a estallar sobre las tablas.

La dualidad de voces entre Pepo y Pablo permite un constante juego de movimiento en el escenario, un aprovechamiento dramático del espacio que pocas veces deja lugar al estatismo. Además de un contraste tímbrico brillante. Guitarras rápidas, y una batería arrolladora que sostiene con nota el progresivo endurecimiento del sonido del grupo. Eso sí, sin perder esa esencia original tan asturiana, que funciona y de qué manera. Punk rock alternado con una gaita de aire folk y esas elaboradas melodías de voz que tanto encandilan a las masas.

Directo excelso, no me creería exagerar (demasiado) si afirmase que su energía inagotable los convierte en los Rolling Stones de su mundillo. Su último trabajo, «Buen Viaje», parece pasar con nota la prueba del público y el directo. Cada estribillo es un pogo inagotable, un coro demoledor. En estos conciertos se están construyendo himnos. Si no, al tiempo.

TEXTO: Inés Rodríguez
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