Crónica Klubber’s Day 2011 – Madrid Arena

Llegó la sexta edición del Klubber’s Day y una vez más, tres días de absoluto frenesí nos dejaron para el arrastre durante una semana entera. Pero compensó el desgaste, porque el festival de música electrónica más importante de la capital, nos machacó cuerpo y mente de forma jovial, gracias a los 100 artistas que desfilaron por los distintos escenarios del Madrid Arena, durante los pasados 14, 15 y 16 de abril. 130 horas de techno, house, trance y demás variantes, llenas de altibajos pero que, sopesadas las lagunas mentales, nos dejan una vez más un gran sabor de boca y un agitado recuerdo.

Bien es sabido que hubo un día en el que el hip hop también era un estilo presente en el Klubber’s. Su desaparición restó heterogeneidad a sus carteles, pero al menos el año pasado se decidió incluir también el trance como uno de los estilos predominantes. Este año se volvió a repetir la iniciativa y el JUEVES, la zona principal se volvió a llenar de sonidos progresivos, aunque desgraciadamente este género aún no tiene en España la acogida del resto de principales países europeos y, con diferencia, fue la jornada más floja de todo el festival. Obviamente también influyó el hecho de que fuera jueves y además, víspera de Semana Santa, pero sería aconsejable que en próximas ediciones, el trance se distribuyera en las distintas salas a lo largo de los tres días.
Se suponía que Seth Troxler era el que tenía que hacer acto de presencia, pero fue Leon el que dio el pistoletazo de salida a nuestra particular fiesta. Sonido groovy y adaptado a las circunstancias, asfaltó el camino frente a una mínima audiencia, compuesta mayoritariamente por una chavalada tremendamente joven, dando un aspecto al Arena de entrañable chiquipark. Los hermanos Alexander y SebastianTiefschwarz” se encargaron de coger el testigo del italiano y aprovecharon para aumentar las revoluciones a ritmo de un fresco techno-house. Desgraciadamente, llegada la hora del señor Ferry Corsten hubo que mover el culo a una zona principal desoladoramente vacía. Entre la escueta masa de público y la decoración austera (ausencia de las famosas bolas Klubber’s, así como de efectos visuales espectaculares y animación), todo parecía un poco abúlico. Suerte hubo de que el holandés pudiera llegar a Madrid, después de haber perdido el vuelo. Al parecer, ni corto ni perezoso, solventó el contratiempo echando mano de su Jet privado. Con la adrenalina a tope, se marcó la mejor sesión de toda la jornada, enlazando hit tras hit, en la onda de “Minack”, Beautiful” o “Mad Of Love” y alguna que otra sorpresa resultona, como un remix de Coldplay, logrando mover la escuálida pista como mejor podría haberlo hecho. Dejó el listón muy alto y obviamente Above & Beyond no fueron capaces de igualarlo. Aún así lograron resultar efectivos, y aunque menos pisteros, intensos y rompedores que su predecesor, sin duda ofrecieron un set de calidad. Mientras tanto, el maestro de Viva Music, Steve Lawler desplegó su contundencia en el Arena Club, con evocaciones noventeras y frescura housera y machacona con la que grindó las cinco de la mañana. El británico supo leer la pista con inteligencia y movió a la masa saltarina a su antojo. A punto de ver a Radioslave, ¡sorpresa! Al fin apareció Seth Troxler, así que nada, un vis a vis para celebrar la reunión y una combinación de techno y funk como resultado. Sander Van Doorn, por su parte y como era de esperar, basó su set en tralla desmedida que, a pesar de todo, no entró mal al tratarse de la recta final de la noche. Una recta en la que también se dejaron notar los colectivos madrileños Elektrónica, Electronic Resistance y Fanatik Sound, a pesar de que fueran cuatro colegas los que se dignaron a prestarles atención. En fin, buena música para pocos oídos, en el primer día del Klubber’s Day 2011.

Lo sucedido el VIERNES fue el antónimo absoluto de lo acontecido el jueves. Mientras que el día anterior la asistencia fue verdaderamente paupérrima, el viernes hubo una entrada espectacular, hasta el punto que la zona principal estuvo desmesuradamente masificada. Mientras que el jueves fue una noche dedicada al trance, el viernes estuvo granado de artistas eminentemente techno. Y por último, mientras que el jueves destacó por la calidad de las sesiones ofrecidas, el viernes fue un día para olvidar.
Las protagonistas de la segunda jornada fueron las áreas dedicadas a Cocoon y Tresor, pero ambas defraudaron. Los únicos momentos salvables de la noche corrieron a cargo de algunos de los primeros artistas en subir a la palestra, como por ejemplo Aux88 y Alexander Kowalski. Desgraciadamente les pusieron demasiado pronto y pocos pudieron disfrutarlo, aunque ninguno de los dos defraudaron. Al que, para nuestra desgracia, sí que pudimos ver en condiciones fue Ben Klock. El que fue la decepción más flagrante de todo el festival, se cascó una sesión insípida, monótona y rancia a más no poder, y además lo hizo sin prestar la más mínima atención a los bostezos, como si la cosa no fuera con él. Totalmente embargado por su propia desidia, su actuación fue la antítesis de lo dispuesto el año pasado. Mientras tanto, el cabeza de cartel de la noche, Sven Väth, hizo lo de siempre y más de lo mismo. Hace mucho tiempo ya que el alemán vive de su nombre, mientras cruza las piernas con el piloto automático puesto. De modo que no ofreció ninguna sorpresa, ni inspiró especialmente, sino que básicamente puso el mismo tema durante tres horas. En fin, no haré sangre.
Por otra parte, la última actuación que se libra de la quema fue el directo de Octave One con Ann Saunderson fue, sin lugar a dudas, lo más destacable de toda la noche. Los deudos Burden y la mujer de Kevin Saunderson son un combo engrasado, espectacular y delicioso. Sentimiento a raudales, cimentado en un poderoso sonido techno de Detroit, con tintes funks y soul, que sentaron cátedra y que dejó instantes imborrables como “Black Water”.

Como no queríamos que Miki Craven rompiera el aura sensible que teníamos en ese momento, nos decantamos por Tobias en el Basement. Fue peor el remedio que la enfermedad y es que el mediocre sonido, sumado a su lineal techno de cripta berlinesa, no ayudó a que entráramos en vereda. Asimismo, Ricardo Villalobos no hizo nada destacable y sin mayor esfuerzo tiró de remixes comerciales de minimal-house. Obviamente y como viene siendo habitual, estuvo más preocupado de la jarana popular de la cabina y del champán, que de atender al público, pero al menos no hizo el gañán del mismo modo que la última vez. Marcel Dettmann no salió mejor parado y es que, aunque teníamos grandes esperanzas depositadas en él, no fue capaz de arreglar la noche. Vaya, que fue un tostón considerable y sólo tuvieron algo de emoción los momentos en los que le saltó la aguja, para su tremenda exasperación. Por su parte, Dave Tarrida se encargó de mezclar el techno más palero con un zumbón hard trance de chiringuito. Así que nada, era la hora de levantar el campamento, pues las fuerzas empezaban a hacer mella y aún quedaba la noche del sábado para terminar de quemar las pocas fuerzas que nos quedaban. Nos fuimos un poco con la sensación de que los dj’s vienen a España sin una verdadera motivación que les impulse a currárselo como deberían, salvo en excepciones como el Sónar, en el que sí les gusta lucirse, claro. No fue una gran noche, musicalmente hablando, pero sí en cuanto a diversión, así que lo comido por lo servido.

Como son las cosas, el SÁBADO fue de largo el mejor día de todo el festival y sin embargo, la afluencia de público fue bastante menor que el viernes, que curiosamente fue el día más flojo de todos. No obstante, la jornada comenzó mal, tras anunciarse que el sueco Eric Prydz se caía del cartel por problemas de desplazamiento. Y todo porque al pollo no le gusta volar y se trastocaron los horarios de los trenes. No todos tienen los recursos del amigo Corsten, pero bueno, la noche comenzó con M.A.N.D.Y., seguida de Modeselektor, junto a Pfadfinderei. Ambas sesiones estuvieron correctas, pero sin volverse locos. Estos últimos tiraron de techno rabero y dubstep mayoritariamente. Aunque tuvieron grandes momentos, “Spastik” aparte, con pistas como “Superman” de Hood o alguna que otra joya con menos renombre, un ambiente aún bastante frío y tempranero no facilitó las cosas y en comparación a lo que vendría después, no lograron descollar especialmente, haciendo balance final. En esta ocasión, la chicha estaba en la Satélite, lugar donde se concentró toda la crema de la noche. Fue la zona elegida para conmemorar el 20º aniversario de Planet E Communications, el sello de Carl Craig.

Moodymann abrió la veda pero entre que le saltaron las agujas como chinches puestos de speed y que eran cuatro los gatos situados frente a la cabina, no es que saliera a hombros precisamente. Y eso que su downtempo housero, combinado con diversos cortes de disco-funk, fue bastante oportuno. Pero bueno, cuando el maestro de Detroit, Carl Craig, cogió las riendas es cuando de verdad comenzó la fiesta. Con una perfecta evolución, comenzó calmado, con un techno sutil y de atmósferas estratosféricas, para terminar poniendo el Satélite patas arriba. Más que preocuparse de conseguir trabajadas mezclas, se esforzó en mover la pista a base de salto tras salto y una selección de temazos incontestables, desde “The Man With The Red Face” a “In the Trees”, desde sonidos progresivos a melodías vocales souleras o creadas sirviéndose de cuerdas clásicas. Su set terminó con un buen puñado de clásicos como banda sonora y él mismo fuera de sí, jaleando al público desde la barrera y dejándose llevar por la música tanto como el público. Con un sonido perfecto, mucho mejor que en el resto de las salas, Craig decidió cerrar magistralmente con “Jaguar”, facturando la mejor sesión de todo el festival.

Le siguió de cerca, eso sí, el gran Derrick May y es que es difícil imaginar a un dj mejor para coger el testigo de Craig. De hecho, siguió su estela, aunque con más heterogeneidad musical todavía, decantándose por más melodías eclécticas y beats percutivos de índole tribal. Magia absoluta y capas de vibrante sonido que no dejaron descansar al tropel ni un solo instante. Y para terminar con una noche demencial, el sello inconfundible de la casa, “At Les (Christian Smith’s Tronic Treatment Remix)” del triunfador de esta sexta edición, Carl Craig. Pies sangrantes, piernas doloridas, ojeras del tamaño de marsupios y gargantas desgarradas como suvenir. Sin duda alguna, el Klubber’s volvió a cumplir una vez más y es que, ¿qué más se puede pedir qué pasártelo así de bien? Así que nada, hasta el año que viene.


Texto: Javi JB
Fotos: Pat Blanco

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