En un fin de semana repleto de ofertas de festivales musicales veraniegos, el Cruïlla Barcelona postula su reconocimiento como evento anual consagrado. Un hecho, a priori, no muy complicado si observamos el nombre de los artistas que encabezan el cartel de sus ediciones. Para esta, por ejemplo, han traído a Cataluña a uno de los estandartes del hip hop de finales de los ochenta y principios de los noventa: Public Enemy, así como procurarse las únicas citas en España de artistas del nivel de Madness y Jack Johnson. De momento, han logrado mantener su formato de dos días, ampliando a cuatro sus escenarios.

Música del mundo, o música urbana, hecha en la calle y para la gente de la calle, como declara la propia organización. Y es ahí donde radica el hecho diferenciador con el resto de festivales que se solapan en fechas; mientras que en el resto de ofertas, como ahora el Bilbao BBK Live o el PopArb, es el estilo musical el que marca la selección y oferta artística, en el Cruïlla su elección se basa en el eclecticismo cultural y social más que en el propiamente musical. Por eso parece haber encontrado su pequeña parcela en esta veloz proliferación de festivales y eventos estivales, logrando avanzar en recursos, autocrítica y aprendizaje. Pero no todo pueden ser lisonjas ni felicitaciones para este pues, como profesional de un medio de comunicación, también debo dedicarles un tirón de orejas por las carencias logísticas y humanas que han existido en cuanto a prensa se refiere. Obviando los entendibles errores burocráticos, la zona habilitada para que la prensa pudiera trabajar dentro del festival se limitaba a unas tres mesas y tantas más sillas de plástico amparadas bajo un toldo y ubicadas en zona colindante a uno de los lugares de paso entre escenarios, sin separación alguna. Privacidad cero y concentración casi nula en un área donde tampoco existía ningún recurso tecnológico para los medios informativos. Y no se trata de una pataleta esnobista, ni de una denuncia del redactor acomodado, simplemente es que las facilidades y preocupación por este sector profesional no concuerdan con la magnitud actual del propio festival.

Viernes 08/07/11

Las primeras melodías que decoraron una calurosa jornada de verano fueron obra de Agnes Obel quien, coronando la tarde sobre uno de los escenarios principales, Escenari Cutty Sark, invitó al disfrute auditivo de su country folk sin provocar sudoraciones tempraneras. Un agradable inicio musical que se prolongó en esa especie de carpa chill out que representaba el Escenari Ramon Llull con un inmenso y simpático Miquel Gil. Y eso que la franja horaria designada para su actuación jugó en su contra de manera despótica. Al inicio del concierto éramos cuatro gatos, y no en un sentido figurado. Incluso Miquel, antes de comenzar, bromeó agradeciendo a los barmans su asistencia al evento. Por suerte, minutos y público asistente se aliaron en su avance, alcanzando una entrada bastante aceptable a los veinte minutos del directo. El cantante valenciano nos dejó algunas perlas de su mediterránea discografía como ahora “Per marcianes” (single que da título a su último trabajo), “De la mar”, “Amaga l’arbre” (basada en el poema de la escritora catalana Anna Montero) o “L’amor és Déu en barca”. Con un más que excelente regusto sonoro en nuestros oídos, recuperamos nuestra posición en el escenario anterior para disfrutar de la alegre filosofía cultural de Celebrate Mama Afrika. Su mezcla de soul con ritmos africanos sí que provocó nuestro principio de deshidratación y es que, cuales flautistas de Hamelín, los artista invitaron a nuestros cuerpos al movimiento deshilachando la ilógica telaraña del ser sensato que aguarda la ocultación de un sol acuciante para comenzar a transpirar entre cadencias rítmicas. Excelente tributo el de esta gran banda sudafricana a toda una leyenda musical y social como es Miriam Makeba.

Punto y aparte merece el músico hawaiano Jack Johnson, uno de los atractivos del festival y, sin duda, el protagonista de la velada. Protagonista más por nombre que por oficio y para quien se le reservó, como no, horario de privilegio y escenario principal: el Escenari Estrella Damm. Amparado bajo la batuta discográfica inicial de Ben Harper, el antiguo documentalista surfero reconvertido en cantante y compositor, aprovechó la predisposición del respetable para hacerse querer con un directo más propio de un marco intimista que no de un amparo masivo. A pesar de ello, su directo fue más correcto que bueno y menos alegre que tranquilo; así que en su recta final aprovechamos una huida facilitada para regresar hasta el escenario Ramon Llull y poder disfrutar de los cuatro últimos temas de Duquende, entre los que descubrimos su versión del “Como el agua”, de Camarón. Para finalizar la jornada, una apacible sesión con la cantante y actriz Maika Makovski.

Sábado 09/07/11

Segundo y último día del festival para el que se habían reservado las ofertas más alborozadoras y bailables. Tras un fabuloso inicio de sábado con la hip hopera francesa Keny Arkana, aguardamos al primer momento caliente de la noche: la actuación de dEUS. Vestidos con camisa y pantalones blancos, los belgas no dudaron en prescindir de la primera de las prendas y tocar a pecho descubierto para combatir el calor. A pesar de la precaución, la intensidad con la que esta banda de art rock encara sus directos no evitó que las gotas de sudor se deslizaran por sus torsos y extremidades provocando una lluvia de fluidos corporales que no hizo sino reafirmar en imágenes la agresividad que su voz e instrumentos transmitían. Reminiscencias visuales La Iguana y otras tantas sonoras para uno de los mejores directos del festival. Y eso que lo mejor estaba aún por llegar…

Tras una actuación por debajo de lo esperado de los portorriqueños Calle 13 sobre el escenario Cutty Sark, regresamos al de Estrella Damm para disfrutar de la última visita a territorio español por parte de los británicos Madness. Treinta años de ska y pop avalan a una de las bandas referentes, ya no solo en la música inglesa, sino en la escena cultural mundial. Pese a que su directo tenía como objetivo presentar su más flamante álbum: Liberty Of Norton Folgate, la formación decidió calzarse al público desde el inicio del bolo abriendo el mismo con su indiscutible hit: “One step beyond”. Estrategia musical y lógica aplicada, pues sus integrantes ya no son unos adolescentes, y la edad y el calor son de aquellas cosas que pasan factura. Aun así su directo fue fantástico, su sonido impecable y su actitud agradecida. Existió un bis, y poco antes de este también pudimos disfrutar con “Or House”. Excelente compendio de nuevos temas y clásicos inolvidables.

Con algunos minutos de margen antes del cambio de instrumentos sobre el escenario para la aparición sobre el mismo de los norteamericanos Public Enemy, decidimos acercarnos a echarle un vistazo a la actuación de Joan Colomo. El talento del líder de La Célula Durmiente es proporcional a su ego sobre el escenario; el músico es de aquellos que se gustan en directo, de los que se recrean en su simpatía y dedican sonrisas autodedicadas que el resto confunde como regaladas. Y, a pesar de ello (o quizá por ello), la conexión con sus seguidores siempre se hace evidente y palpable. Pero, para nosotros, no hubo tiempo para más pues era el momento la reivindicación social a través del hip hop.

Public Enemy ofreció un directo antológico, y no lo digo por la repercusión mediática del mismo, ni por el despliegue de medios visuales y musicales ofrecidos; el concierto fue antológico por su extensión y dedicación. Lo disfrutamos, y mucho, pero nuestro excesivo fervor por saborear hasta su último minuto provocó que de Tokio Ska Paradise Orchestra solo pudiéramos vislumbrar un regazo de lo que fue y nos perdiéramos por completo a Los Tiki Phantoms; pero valió la pena. Los neoyorquinos quisieron empatizar con el público desde el principio, y no pararon de gritar aquello de ‘Hola Barcelona’ entre canción y canción; incluso se atrevieron con una improvisada versión del “My Sharona” de The Knack, cambiando la letra del estribillo por el nombre de la ciudad condal. Directo extenso, tanto que no hallé en mi memoria un comparativo reciente al que poder evocarme, donde hubo tiempo para sus clásicos temas políticos y sociales, sus juegos de skratch, su virtuosismo guitarrero, una coreografía minimalista y atípica, y algún guiño a canciones indies y pop, para contentar más que nada… Eso sí, su mensaje sigue teniendo el mismo carácter de rebelión pacifista: solo existe y un mundo y una raza así que ¿por qué nos empeñamos en luchar entre nosotros?

Me gustaría finalizar el artículo pidiendo disculpas por la falta total de fotos relativas al segundo día de festival, así como a algunos de los artistas principales de la jornada del viernes; pero uno de esos fallos logísticos de la organización nos dejó sin photopass y nuestra compañera Señora Candy Killer tuvo que hacer uso de su técnica e imaginación para poder conseguirnos las mostrada en este artículo. ¡Gracias Señora Killer!


Fotos: Señora Candy Killer


Crónica: Raül Ruiz

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