Depeche Mode y compañía en la campa de Kobetamendi

9/7/2009 – Campa de Kobetamendi (Bilbao)

Por fin llegó a la cuarta edición del BBK Live, uno de los dos grandes festivales que se celebran en el monte Cobetas de Bilbao. Si bien con el otro evento –el Kobetasonik– nos resulta fácil distinguir su leitmotiv –el rock duro y el metal-, no sucede así con el que aquí nos ocupa. A lo largo de estos años hemos visto como cabezas de cartel a gente desde Fito hasta Red Hot Chili Peppers, desde Guns’n’Roses a REM, desde Placebo hasta Iron Maiden… como un huevo a una castaña, que se dice por ahí. De hecho, la composición del cartel suele ser bastante heterogénea incluso dentro de la misma jornada, así que cada día termina siendo algo como una yuxtaposición de actuaciones sin mucha conexión entre sí. O, más bien, la actuación de un gran cabeza de cartel acompañado de una serie de teloneros de relumbrón. Y si nos guiamos por los cabezas de cartel, la jornada principal del BBKlive 2009 es la del jueves, la de la actuación de Depeche Mode. Que no es que el cartel de los otros días no sea atractivo –por ahí pululan nombres gordos como Placebo o unos recién recompuestos Jane’s Addiction-, pero al César lo que es del César.

Vale que en la última década Depeche Mode no nos hayan dado más que disgustos. Vale que aquellas palabras de Robert Smith en Muchachada Nui (“Un día vi un punto muy brillante en el horizonte, y era mi talento que se alejaba. Y a partir de entonces, discos buenos… “) las podemos poner sin problemas en boca de Dave Gahan. Y que este hombre nos caiga fatal. Pero la colección de temazos que nos ha regalado esta gente es cosa seria, y por mucho que en la actualidad no sean más que una fotocopia mal calibrada de lo que les vimos ser, si Depeche Mode te dicen ven, lo dejas todo.

Supongo que esto sirve en parte para explica las más de 18000 personas que se acercaron el jueves al festival. Hay que apuntar que la presencia guiri este año ha sido más notable que nunca; se ve que la promoción del bbklive en las islas británicas ha dado sus frutos. En otro orden de cosas, la amenaza de lluvia como la que apenas ha cesado en lo que llevamos de verano nos había metido el miedo en el cuerpo, pero finalmente el clima decidió dar tregua y se nos brindó una temperatura bastante agradable.

A The Gaslight Anthem apenas pudimos prestarles atención porque nos encontrábamos cambiando moneda del festival. La verdad es que ese fue uno de los pocos errores de la organización: durante casi toda la jornada del jueves las colas para conseguir los tickets daban bastante respeto. Supongo no hubiera estado de más haber abierto algún otro puesto de cambio para aligerar esos atascos.

Hace algo así como un año que vi en vivo por primera vez a Vetusta Morla. Por entonces pensé algo así como “A mi su disco “Un día en el mundo” no me atrae especialmente, pero la lo cierto es que su directo es espectacular”. Un año después veo que su directo apenas ha sufrido variaciones, así que quizás el que ha cambiado he sido yo, porque me cuesta bastante más ver un concierto suyo entero. No sé ni en cuántos eventos me les he encontrado ya, pero si tengo en cuenta mis previsiones de asistencia a eventos festivaleros para cuando termine este verano les habré visto al menos un par de veces más. Así que me imagino que el problema viene por la sobreexposición mediática a la que está sometida la banda. con todo, lo cierto es que todavía consiguen conectar con gran parte del público, y de hecho los madrileños eran uno de los mayores atractivos del cartel para muchos de los asistentes. Que lo aprovechen, mientras les dure la racha.
De todas formas, algo que resultó objetivamente molesto en su actuación fue el sonido. Un volumen exageradamente alto hizo que sus canciones se convirtieran en una pelota de sonido poco definida y bastante incómoda de escuchar. Por desgracia, la mala sonorización fue una constante durante toda la jornada: ninguno de los grupos sonó tan nítido como hubiéramos deseado.

The Ting Tings tienen mucho morro. Tocan poco -buena parte de lo que suena va grabado- y su repertorio es tan corto que tienen que recurrir a todo tipo de zanganadas para completar su set: lanzan el clásico discurso para disculparse por su mal castellano, encadenan samplers de hip hop, paran el concierto para grabar en video al público… Entre el público alguno llegó a indignarse. Un grupo serio no puede hacer algo así, decían. Esto es solo una chica mona luciendo modelitos. Pero nos engañemos, a base de morro y de pop prefabricado, tan simple como efectivo, consiguen entretener al personal, mucho más que otros grupos “de música seria”. Y cuando tocan “Great dj” y “It’s not My Name” el público las corea como si encima del escenario estuvieran los cabezas de cartel. Su tirón está durando más de la cuenta, el año que viene nadie se acordará de ellos, pero para entonces… que nos quiten lo bailao.

Editors ofrecieron un buen concierto, cumpliendo con lo que ya nos tienen acostumbrados: una gran colección de himnos que basculan entre la oscuridad de Interpol y la grandilocuencia de Coldplay, todo ello apoyado en el histrionismo del cantante Tom Smith. En los últimos años se han prodigado bastante por el circuito español de directos, con lo que casi todos les hemos visto ya alguna vez, muchos incluso en varias ocasiones. Así que para estos -entre los que me incluyo- el principal atractivo del concierto residía en poder escuchar algún adelanto del nuevo disco que el grupo publicará después del verano. Y lo cierto es que lo que ahí sonó nos dejó un poco a medias: el grupo ha anunciado un cambio de aires que, por lo que vimos en Bilbao, apunta hacia un sonido más electrónico. Esperaremos a la salida del disco para ver si definitivamente nos gusta el cambio o no.

Ya decíamos antes que Depeche Mode llevan ya una buena temporada dando tumbos, y, por desgracia, su concierto no va a hacer que mejore mi opinión al respecto. Para empezar, interpretaron un repertorio en el que echamos de menos bastantes clásicos imprescindibles y en el que echamos de más algunos temas extremadamente aburridos de su última época. Pero que no se me malinterprete. Por supuesto que hubo momentos de magia como “Question of Time”, ”Enjoy the Silence”, “Striped”, “No Good”, “Personal Jesus”, e incluso una versión desnuda de “Home” cantada por Martin Gore que resultó lo más emotivo de la noche para el que escribe esto. Pero el repertorio tuvo bastantes altibajos (con más bajos que altos). A pesar de esto, como diría otro, para los años que tienen no se mueven mal; de hecho Gaham ofreció un gran espectáculo que no parece propio de alguien que hab estado hospitalizado de gravedad hace escasas semanas (aunque se cuenta que terminó el concierto lesionado y por eso han cancelado las siguiente fechas de su gira). Y el montaje de la gira es espectacular, con el grupo respaldado por una enorme pantalla que emite visuales a cargo de Anton Corbijn. Pero lo que allí se escuchó resultó demasiado plano, además de que el sonido también jugó en contra del grupo, así que las canciones no sonaron todo lo nítidas que nos hubiera gustado. Balance final del concierto: aprobado justillo… que por desgracia es mucho menos de lo que debemos pedir a este grupo.

Hace años que perdí la pista a Basement Jaxx, a saber por qué motivo temía encontrarme con un grupo en horas bajas. Pues bendita equivocación. la banda ofreció todo lo que yo espero en un concierto que cierre la jornada de un festival: baile y bulla. El escenario se convirtió en una especie de desfile de carnaval por el que iban circulando músicos, cantantes y demás personajes ataviados con ropas más o menos chillonas. Y demostraron que, al contrario que los Ting Tings, tienen repertorio de sobra; tanto como para permitirse sacrificar la fiestera “Romeo” y convertirla en un mero interludio soul. Y ni que decir tiene que la campa de Kobetamendi se vino abajo en momentos como “Red Alert” o “Where’s Your Head At”. Vamos, que el fin de fiesta no pudo haber sido mejor.


Texto: Carlos Caneda
Fotos: Bruno Cendón

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