Entrevista con Kike Suárez “Babas” – “En cada momento siempre he procurado ir en pelotas y con mi verdad por delante”

El asfalto huele a goma y la ciudad a humo. Los días de barrio llegaron a un cambio de actitud y la poesía rezuma drogas y sexo. Kike “Babas” escupe, vomita y relata su obra en “De calle y beso”, primero como libro (recogiendo sus textos) y segundo como disco, acompañándose de viejos amigos y compañeros para desarrollar “músicas animadas de ayer y hoy”. Habiendo dejado su impronta en King Putreak, The Vientre, Huevos Canos y en La Desbandada (amén de haber trabajado para Ruta66, Rolling Stone o Zona de Obras), Kike continuará su derecho a la réplica en forma de escritura con la intención de sacudir el polvo de los aturdidos. Para los ríos de sangre que emanaron de la heroína y los muertos de sed, el 1 de Junio presenta su vida y obra en la madrileña sala Clamores.

Viendo que además de (auto)-editar “De calle y beso (la boca me sabe a sangre)” como disco, también lo haces como libro. Pero la pregunta que tengo en mente es; ¿a estas alturas se te puede considerar como un poeta callejero o simplemente como un músico más de tantos? Digo esto porque estamos hablando de unos trabajos que recopilan todo tu cancionero…
Poeta no he sido nunca, soy letrista, mis estrofas necesitan música para adquirir su significado completo, para que tengan sentido. Músico tampoco he sido, no sé tocar ningún instrumento, y desconozco las notas que mi voz interpreta. Compongo silbando al aire, las palabras se adhieren a esa melodía. Luego llegan mis músicos y le dan a eso el empaque necesario para hacerlo canción. Como ves, el libro y el disco son recopilatorios de un tipo que lleva 15 años sacando libros y discos no siendo ni poeta ni músico…

Supongo, además, que no te habrá sido nada fácil seleccionar según que piezas de toda tu obra.
En el disco he metido temas de todas mis épocas, como única condición me puse que me sintiese identificado con ellos a día de hoy; francamente no quedaron tantos entre los que elegir. El otro baremo utilizado ha sido el del famoseo: a lo largo de estos años he cantando con diferentes músicos muy conocidos (Albert Pla, Rubén Pereza, Kutxi Marea, Kabezabolo, Aurora Beltrán, El Lichis, Francis Doctor Deseo), me pareció una gran idea ponerlos a todos juntos, le daba nivel al recopilatorio.

Pero vayamos por partes, “Trilogía de calle y beso” recopila tus tres obras literarias más representativas. A saber: “Jirón”, “El engranaje de las mariposas” y “Días de speed a falta de rosas”. ¿Por qué exactamente ahora sacas a la luz estos trabajos? ¿Es por los quince que se cumplen al año que viene o por el malditismo del 2013?
Siempre supe que iba a hacer una trilogía con esos tres libros. Cada uno hablaba de una parte de mi: el rock’n’roll y yo (Jirón), el amor y yo (El engranaje), y la anfetamina y yo (Días de speed), juntos conforman una suerte de biografía. Cuando los edité por separado hice 1.000 /1.500 copias de cada uno, las ediciones se agotaron y nunca se reeditaron, así que ahora es el momento de hacerse con toda la producción literaria de una sola vez.

Por cierto, me llama la atención el aura de “malditismo” que te rodea. ¿Es más una postura o una forma de vida?
El malditismo es algo más emocionante vivido como voyeur que como protagonista. Siempre he sido muy fan de la leyenda de Johnny Thunders, de Nikki Suden, de Josetxo Ezponda “El Bicho”… Otra cosa es estar en la piel del maldito, que tal y como lo entiendo es aquello de que mucha gente ha oído hablar de ti, pero nadie va a verte en directo y nadie se hace con tus discos. Ha habido gente que me ha recriminado que ya no me ponga tanto, que no llegue de empalmada a los conciertos o directamente afónico… hasta ahí llega la tontería.

También es verdad que hablar sobre y de las drogas genera una cierta curiosidad. En tu caso es más bien sobre la experimentación, el uso y el abuso, mientras que actualmente hay una tendencia que va hacia la propagación gratuita de una moda.
Bueno, yo leí mucho a Burroughs, a Escotado, a Bukowski… probablemente ellos escribieron del uso y el abuso, de la experimentación, pero yo me lo tomé directamente como una propagación gratuita de una moda, es cuestión de inexperiencia y edad. El deseo de trasgresión y desorden químico ha estado en todas las generaciones.

Observo que las escenas en la calle, tintura de barrio, están más que presentes. Hace unos meses lo hablaba con Johnny (Burning), y es que las historias de barrio se han diluido bastante después de haber eliminado ciertas barreras. ¿Tienes esa misma sensación?
No exactamente, en el barrio se diluyen unas cosas y se crean otras. Ahora, beberte una lata de cerveza en un parque es una provocación, expuesta a una multa: ahí ya hay materia para un relato o una canción. Hoy en día, en los barrios, las patrullas policiales paran y detienen a la gente por el color de su piel: ahí ya hay una ofensa para un texto o una estrofa. La tintura de barrio sigue siendo prolífica.

¿Realmente ha quedado algo de todo aquello? Ya sabes, quien tuvo retuvo.
Nada es eterno, a la gente de mi quinta, la generación inmediatamente posterior a los masacrados por la heroína, nos dio por la politoxicomanía, de eso nos quedan ciertos dejes, varias dolencias, y un camino con la cuneta llena de muertos, locos y encarcelados. También la irreverente sonrisa de haberlo pasado como dios.

Aunque esos casi 4000 ejemplares vendidos han tenido que dejar su fruto. No sé si económico, pero si espiritual, imagino.
Mi arte se retroalimenta a si mismo. Lo ganado es invertido siempre de nuevo para seguir creando. A un libro le siguió otro y así hasta cuatro. A un disco otro y así hasta seis. Yo no veo un euro de todo ello, pero tampoco lo pongo. Y ciertamente da mucho gusto ver juntos en la estantería los lomos de los libros y los cantos de los cd’s.

Pero la pregunta sería; ¿compensaba escribir de manera autobiográfica sobre todo aquello aunque no tuviera remuneración? ¿Qué te movía a hacerlo?
Cuando escribo jamás pienso en ningún tipo de remuneración. Escribo para sanar, para ajustar cuentas con la realidad. Escribo para no olvidar, para fotografiar un determinado presente. Escribo para sentirme vivo, para seguir viviendo. Eso es así desde siempre, no sé hacerlo de otra manera ni por otra motivación.

Voy a decantarme por uno de los textos que fueron de mis favoritos en su tiempo, exactamente el episodio ‘Novias punzantes’ de “Bukowskiadas”. Un apartado muy jodido cuando uno se cansa de la pareja y hasta piensa en la muerte como única salida. Suele pasar que esa vivencia es un fantasma que viaja con nosotros durante toda la vida…
Cierto, pero escribirlo puede ayudar a relativizar ese fantasma, a expulsarlo fuera, a no darle tanto poder. Ese relato pertenece a una serie que componía un homenaje a Bukowski, el tío siempre lo dejaba con sus novias de una manera visceral y dañina, así que rebusqué entre mis vivencias alguna experiencia similar… y la encontré, claro.

¿La crudeza de estos textos te han llevado a tener problemas con aludidos o con mentados directamente?
Es verdad que todos los personajes de mis relatos y mis canciones existen, todos, pero por ahora nunca he tenido problemas en ese sentido. Lo cierto es que no tengo capacidad para inventar personajes e historias, los cojo de mi realidad más inmediata. Yo la tomo con mis personajes. ¿Te imaginas que en verdad el Quijote fuese un compañero de farra de Cervantes?

“Todos los palos” es un relato a medias con Leiva, pero no es lo primero que haces con el bueno de Miguel. Es más, en “Diciembre” firmas con él el tema ‘Vis a vis’. Aunque esto no es una colaboración que ya viene de lejos…
Hace años que llevo el departamento de comunicación de la oficina de management de Leiva, así que nuestra colaboración es mayor de la que se puede ver a simple vista. De todas formas “Vis a vis” es lo que ha llegado más lejos, fue una canción que hicimos a través de mensajes de móvil, yo le mandaba trozos de estrofa y él me animaba a que hiciese más, porque estaba haciendo una canción con todo ello. El resultado ha sido francamente bueno, ha hecho una canción preciosa. El relato es la transcripción de aquellos sms.

Estas colaboraciones también quedan latentes en el disco “De calle y beso (la boca me sabe a sangre)”. Lichis, Rubén Pozo, Aurora Beltrán, Manolo Kabezabolo, Albert Plá… y a buen seguro se te ha quedado alguien con las ganas.
La verdad que no. Están los que están porque los caminos coincidieron en algún momento. No hecho en falta a nadie, además, el camino es largo y más coincidencias habrá. Seguro.

Por cierto, tiene mucho mérito sacar a Albert Plá a la luz. Últimamente está más sombrío que nunca… algo que le pasó a Robe Iniesta antes de quedarse por siempre en la sombra pública.
No comparto tu opinión, Pla no para: cada poco tiempo un espectáculo nuevo, un disco nuevo. Lo que pasa es que ya nos resulta familiar, lo que reduce la capacidad de sorpresa y asombro. Pero familiar no es sombrío.

Me gusta mucho la compilación de etapas por aquello de encontrarse canciones de Huevos Canos, por ejemplo, pero básicamente el artefacto se divide entre las canciones con La Desbandada y La Revancha, y las de King Putreak. ¿Se han recopilado así por etapas más prolíficas o por las que mejor han sobrevivido?
El disco arranca en la actualidad y va recorriendo mi carrera hacia atrás, desde el 2013 hasta 1998. Las canciones que más me gustan son las de mi etapa más reciente, como Kike Suárez, junto a La Desbandada y junto a La Revancha, y el grupo con el que más discos he sacado fue King Putreak, por eso hay más de ellos que de Huevos Canos o de The Vientre.

Acordándome también de algunos temas inéditos que no sé si, bajo tu punto de vista, han perdido cierta frescura o si han ganado, por el contrario, cuerpo con el tiempo.
Para mi ha sido un placer remasterizar, por ejemplo, el dúo con Kabezabolo, el “Véndemelo”, creo que actualiza la frescura original. Esto sería extensible al resto del disco.

Me pregunto también si los invitados eligieron esas canciones por algo en especial.
Yo les propuse los temas y ellos aceptaron, así de sencillo. Como todos ellos son profesionales, simplemente llegaron y lo clavaron.

Fue en 2010 cuando “debutaste” con La Desbandada sacando “Carta blanca”, algo totalmente distinto a lo que hiciste, por ejemplo, con The Vientre. ¿Es posible que los textos y las letras menos vomitadas sean por causa de la madurez y el paso del tiempo?
Efectivamente, cuando no tenía técnica para cantar, gritaba y vomitaba. Ahora ando bien del estomago, así que susurro y canto. El resultado es mucho más satisfactorio.

Sin embargo no deja de sonarme esto a retiro (esperemos que no). Igual es un cambio de ciclo, pero lo veo tan… ¿radical?
El cambio de ciclo empezó cuando formé La Desbandada y edité “Carta Blanca”. Esto es solo una disculpa para hacer promoción y montar una gira, pero el ciclo nuevo empezó hace tres años, en ese estamos.

Incluso te veo más “desnudo” y sincero. ¿Es hora de decir: “vale, ahora vamos a ponernos serios con las canas”?
En cada momento siempre he procurado ir en pelotas y con mi verdad por delante. La seriedad, que yo llamo hermosura, hondura, me la está dando la experiencia, que de paso me está poniendo el pelo blanco.

¿Y la inseguridad? ¿Ahora estás más seguro que nunca o los temores crecen conforme el camino va siendo más eterno?
Estoy seguro de lo que hago, me gusta más que nunca. Desde ese punto de vista el camino es una autopista libre de peajes.

Aunque ya lo decía Loquillo: “ya no somos inmortales, ahora somos eternos”… La obra de uno, aunque no goce de fama exacerbada, ¿es mejor que pertenezca a la memoria colectiva de unos pocos que sepan apreciarlo antes que pertenezca a una masa que no sepa degustarlo?
Mi número de seguidores siempre ha sido discreto, pero sinceramente pienso que le podría gustar a más gente. Yo no creo para una minoría, creo para mí, y al hacerlo público me gustaría llegar al máximo número de personas posibles, y sin remilgos.


Texto: Charly Hernández

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