Entrevista con Loquillo – “Noto que falta una banda sonora de gente que refleje lo que está ocurriendo ahora mismo en el país.”

Loquillo no necesita presentaciones ni padrinos, pues el mismo se asienta en las bases del rock and roll patrio reinventándose, ya no sólo a sí mismo, sino que además reinventa la música con una actitud tan necesaria como contundente. El artista barcelonés recibió ayer el disco de diamante por haber vendido más de un millón de copias con el sello discográfico EMI. Dicho galardón fue entregado por Simone Bosé (Presidente de EMI) y por Pedro Javaloyes (Director de Rolling Stone) en el Hard Rock Café de Madrid. Pero el acto también se centraba en la reedición y revisión de cuatro de sus discos más importantes pero a la par más incomprendidos por el público mayoritario. Hablamos de “Hombres” (1991), “Mientras Respiremos” (1993), “La Vida por Delante” (1994) y “Tiempos Asesinos” (1996), todos ellos editados con anterioridad por EMI-Hispavox y que ahora se vuelven a editar junto con material adicional y conciertos en DVD que reflejan el sonido auténtico de Los Trogloditas durante aquellos años.

El Loco se levanta de su sillón, sonríe y estrecha la mano invitando a tomar asiento para comenzar a charlar. Sempiterno traje oscuro para unas palabras que rezuman claridad.

Sin la existencia de ciertos discos como “Mientras respiremos” tu carrera pudo haberse estancado. ¿Crees que en el error está la solución?
Hay que cometer errores, siempre. Para levantarse hay que caerse. Si no te mueves no te caes, y si no te caes no te levantas. Eso debe ocurrirle a un artista. Está bien decirlo ahora, pero en los noventa me habría cagado en su puta madre [risas]. Supongo que es algo por lo que hay que pasar, fíjate lo que te digo.

Un trámite, vaya.
Sí. A veces yo siempre digo: «Este está en “primero de rock”», pues a lo mejor todo aquello era “tercero de rock”. “Segundo de rock” es un momento en el cual consigues salir vivo. Ese es el “segundo de rock”. No hay teoría, todo es práctica.

¿Y el examen final?
Bueno, te dan la licenciatura, un diploma del rock and roll… [Risas], pero si que es cierto que hay una serie de pasos en esto, sino no llegas. Es como el Santo Grial o las Pruebas Artúricas. Hay algo de verdad en todo eso.

Pasa con los grupos jóvenes de rock, parece que no se lo toman en serio y que se juntan para pasar el fin de semana o ir a un festival. ¿Ya no hay bandas que se caguen en todo?
Antes la gente iba a un festival creyéndose a donde iban, iban a un sitio donde las cosas eran diferentes. Pero se ha hecho una especie de actitud alternativa que significa no hacer nada.

¿Una actitud nihilista?
Sí. Pero es que eso es conformismo. Noto que falta una banda sonora de gente que refleje lo que está ocurriendo ahora mismo en el país. ¡Hay que ser idiota para no verlo! No lo voy a hacer yo ahora que tengo cincuenta años, es ridículo.

Por otro lado; esto de pensar que el rock es un hobby de fin de semana… ¡es que el rock no es un hobby de fin de semana! Mucha gente se ha jugado la vida, llevar melena en el año setenta y ocho era que te dieran de hostias en la comisaría. Un poco de respeto, por favor, que esto ha costado mucho y hay un camino por delante.

Esto me recuerda a la época aquella de los sesenta y los ye-yés. Estaba el caso de “Los chicos del Preu”, que tenían un grupo, pero después se hacían médicos o algo así y lo dejaban porque eso era una cosa de jóvenes. Pues ahora está pasando lo mismo. Sin embargo hay una gente que considera que el rock es su estilo de vida y su forma de entender las cosas. Pero parece que eso no tenga validez. Esa es mi visión.

A mi me encantaría que una generación de grupos de rock and roll dejara todo patas arriba. Sería cojonudo ver eso otra vez.

Pienso que es la casta política la que no quiere que salgan grupos así de manera directa o indirecta, amordazándoles o inculcándoles unos esquemas o diciéndoles que haciendo rock te vas a morir de hambre.
Sin duda. Es un hecho. Y te diré más: ¿quién más puede hacer eso que aquellos qué consiguieron el poder a través de canciones? Ellos llegaron al poder con una serie de bandas sonoras de artistas determinados que reivindicaban una situación y un país diferente. Como se lo saben, no quieren que pase lo mismo que hicieron ellos y que llegue una generación que los saque a patadas. Es una regla de tres. Vamos a cambiarlo todo para que siga todo igual.

Se pasa de ‘L´estaca’ de Llach a Manel.
Exactamente. Si la referencia es Manel, pues…

…jodidos estamos.
¡Estamos jodidos! Eso es [risas]. Son inofensivos y no molestan a nadie. Gustan a las abuelitas y tal, ¡pues estupendo! Eso me parece muy bien, el folk es así. Hubo músicos que hacían folk e hicieron la revolución. Es para preguntarse que está pasando aquí. Hay mucho de eso que tú dices.

¿Te sientes arropado por los compañeros de profesión?
Es que me da igual. Siempre he viajado solo y en muy pocas ocasiones he querido viajar con alguien más. El mundo de la música es muy individualista, al contrario del mundo del cine, que es corporativista. Los del cine consiguen muchas cosas y nosotros no conseguimos nada. Pero eso sí, somos muy chulos [risas]. Creo yo que eso también hace que no se vea con seriedad lo que hacemos o no haya el respeto adecuado.

Yo tengo mucha envidia de países como Inglaterra o Francia cuando veo el trato a sus artistas, como les ayudan… pero aquí parece que seamos una pandilla de chupópteros y que estamos aquí por el mamoneo y toda esa gilipollez. De verdad, tío, llevo treinta y dos años en esto, no es para que se piensen eso. Insisto.

Piensa que todos los políticos españoles de ahora mismo quieren ser estrellas de rock. El rock ha llegado a un punto en el que se ha introducido en toda la sociedad. La cultura del rock mueve la sociedad. O sea, un político quiere parecerse cada vez más a una estrella. Querer ser un líder, estar en un escenario… ¡llevan parafernalias de un grupo de rock y llenan estadios!

Los cantautores; tres cuartas de lo mismo. Quieren ser también estrellas del rock. Han pasado de la guitarra acústica en el teatro a llevar incluso una banda de rock. ¡Es alucinante! El cambio está en que hace treinta años odiaban a los americanos y ahora quieren ser como Bruce Springsteen. Es brutal.

Si te fijas, toda la cultura pop-rock de los últimos cuarenta años está marcando la sociedad actual. Muchas de las cosas que se discutían en Woodstock, de las que se hablaban a principios de los sesenta, todo eso, ha terminado formando parte de la sociedad actual. Esa es la importancia del rock, que es muchísima culturalmente. Lo saben en todas partes menos aquí.

Claro. De hecho, tanto a ti como a Enrique [Bunbury] o a Andrés [Calamaro] se os ha tachado de chulos y de arrogantes. Pero pienso que les molesta que os toméis en serio lo que hacéis.
Sí. Mira, si tú te encuentras –llegando a otro estatus- con María Dolores Pradera o te encuentras con Raphael o con Peret, los artistas de la música popular española, lo primero que harán será reivindicar su oficio. ¡Y se sienten súper-orgullosos!

Es que aquí se han pensado o han querido vendernos que somos una especie de depredadores de ayuntamientos. Es alucinante.

Que todo esto es un entretenimiento pasajero…
Sí, un hobby que se pasa cuando terminas la carrera. Es como cuando yo pude ir a la Universidad pero mi padre no pudo pagarla, entonces nunca fui por ese motivo y por lo tanto tuve que buscarme la vida de otra manera. Entonces la música fue para mí el lugar donde encontré mi sino.

Y que mejor manera de recordarlo que con estas reediciones.
Correcto, las reediciones y la revisión del artista de su propia obra. Eso es una suerte total. Poder ver las cosas, que se editen tal como eran y no como se editaron, con personajes que no estaban preparados para estar en compañías de discos y que además destrozaron –como en algunos casos- la obra. Ver ahora la obra, en su totalidad. Tal y como fue y tal y como era. Es total, de verdad.

Siendo estos discos los llamados de la “etapa oscura”, ¿las revisiones de estos trabajos han ayudado a que tuvieran más luz?
Yo creo que sí. Además fueron discos que no entiendo por que fueron tan maltratados. Fueron discos de platino. Que yo recuerde en los ochenta tuve un disco de oro y fue con “Mis problemas con las mujeres”, que evidentemente y a día de hoy, ya han superado hasta al platino. Pero en aquel momento fueron discos de oro. “Morir en Primavera” también, pero los discos de platino se consiguieron en los noventa. Incluso un disco como “La vida por delante”, un disco de poesía contemporánea, fue disco de oro en aquel momento.

Yo lo digo con toda la franqueza absoluta: en aquel momento, que alguien que hacía rock and roll hiciera un disco de poesía era un insulto. Estaba muy mal visto. A veces comparo esto como lo que le ocurrió a Dylan cuando se electrificó, solo que a mí al revés. En los conciertos había verdaderas trifulcas entre los fans que apoyaban ese giro contra los que no. ¡Hasta se pegaban! Nosotros fuimos testigos.

Ahora resulta que incluso hay jornadas en las que se hermana la poesía y el rock. Y se ve el rock como la poesía del Siglo XXI. A mí me hace un poco de gracia. Yo recuerdo cuando Lou Reed decía aquello de que para la gente del rock and roll, la poesía, el arte, la literatura o el cine, formaban parte de lo mismo. Quizás aquí se llegó tarde a esa situación, y afortunadamente ahora a nadie le extraña que alguien que venga de un grupo de rock pueda musicar poesía o adaptar la poesía de autores contemporáneos. En aquel momento fue muy duro y quizá esa importancia se vea a partir de ahora.

Lo de “oscura” puede ser porque no fue masiva. Pero insisto: se vendieron más discos que nunca. Es una contradicción absoluta.

Además la inclusión de los DVDs con los directos de aquellas épocas refleja mucho mejor el auténtico sonido que teníais por entonces.
Aquellas etapas con “Los Troglos” de primeros de los noventa eran totalmente ‘killers’, muy ‘killers’. Estábamos mucho más cerca del hard-rock que de otra cosa.

Tan ‘killer’ era que casi acaba con vosotros.
Sí, bueno… acabó con algunos. En aquella época éramos unos bestias, y de hecho el grupo termina en “La vida por delante” porque las deserciones son totales, nadie puede seguir físicamente, estábamos hechos polvo, es entonces cuando me refugio en Gabriel [Sopeña].

Pero en aquellos años que fueron desde el ochenta y ocho al noventa y dos o noventa y tres, vivimos el rock en su máxima expresión, yo quiero pensar que fue así. No envidiábamos en absoluto a los Guns ‘n’ Roses, posiblemente nosotros éramos peor que ellos. Lo de destrozar hoteles, abusos con drogas… te aseguro que en eso, éramos así. Y se refleja en esos momentos.

Pero claro, aquello dejó cadáveres en el pasillo. Yo supongo que el hecho de ser un culo inquieto me salvó de dejarme llevar por el río.

¿Este tipo de vicisitudes que tuviste tanto con Trogloditas, discográficas y público en general te va a ayudar a que en un futuro te comprometas más al cien por cien en lo que haces?
Bueno, desde entonces yo creo que mi carrera ha cambiado muchísimo. Evidentemente necesitaba una autoafirmación que ha venido con los discos del dos mil y que en cierta manera terminan en “Balmoral”. Pero yo siempre he creído que no es buena la autoafirmación si con eso terminas aplastando a la gente.

Yo soy consciente de que la mejor canción es siempre la mejor canción, no quién la ha hecho. Si un día viene el vecino de arriba y me trae la letra de una canción la voy a cantar. No tengo manías en eso. Y en ese sentido en estos momentos puedo trabajar con Jaime Stinus, con Igor Paskual, con Sabino Méndez, con Gabriel Sopeña, con Luis Alberto de Cuenca,… me abren un abanico estupendo porque nunca he tenido problemas de ego en ese sentido.

Yo creo que los autores y los cantautores actuales –desvinculándolos de la carga política que tenían antes- pueden cometer el error de aburrir a un bohemio. ¿Qué quiere decir eso? Pues quiere decir que no puedes mantener la misma línea de nivel durante siete discos seguidos. A mí me ha ayudado mucho tener esas puertas que se abren, porque cuando quiero hacer un disco como el que ahora acabo de grabar sobre la poesía de Luis Alberto de Cuenca, Gabriel Sopeña es la persona.

El próximo disco que pueda hacer, y evidentemente como me conozco y se que soy una persona que va de un extremo a otro, puedo hacer uno de garage y contar con Sabino Méndez. Aparte de lo que yo pueda hacer por mi cuenta, siempre hay unos directores perfectos para cada uno de esos discos. Lo que nunca haría sería creerme que soy tan importante que puedo hacer siete discos a un nivel altísimo porque eso es mentira.

De vez en cuando hay que abrir la puerta, que entre el aire, que se mezcle con otros… eso es importante para el que componga.


Texto: Charly Hernández

Fotos: Charly Hernández
musicopolis

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