Entrevista con Los Coronas – “‘Adiós Sancho’ es casi más el inicio que el final de algo”

“Adiós Sancho” (Tritone, 2013) es un disco grabado al viejo estilo, en cinta de dos pulgadas, con el grupo tocando juntos en la misma sala, buscando la magia de la primera toma y logrando un sonido único y muy orgánico, rechazando el uso de Protools y el famoso “corta y pega”. En el álbum, Los Coronas presentan 13 nuevas composiciones originales, dejando de lado sus personales versiones marca de la casa. Los cinco integrantes de Los Coronas han aportado composiciones que han sido arregladas e interpretadas por toda la banda, por lo que “Adiós Sancho” presenta mayor variedad y apertura que trabajos anteriores que ya se dejaba ver con “El baile final de los locos y los cuerdos” (Bittersweet, 2009). David Krahe abre la mítica Vía Láctea, en pleno centro de Malasaña, para abrir unas muchas cervezas con Carlos H. Vázquez.

Los Coronas, ese grupo que es igual que una cerveza; pueden ir de lo ortodoxo a lo bastardo…
…o a lo mestizo. Sí, nosotros en este disco estamos haciendo un alarde de mestizaje, aunque es más fácil decirte que nos ha salido así. Es el disco en que se perciben más sabores diferentes, con más escenarios también, pinceladas de distinto color… Hay muchos matices.

¿Pero el cambio empezó realmente con “El baile final de los locos y los cuerdos”? Craig Schumacher ya estaba ahí por entonces.
Cierto, pero con una diferencia. En “El baile final de los locos y los cuerdos”, Craig no produce el disco, sólo lo mezcla. Y en este, lo produce y lo mezcla.

Y en su estudio.
Claro, cosa que antes no hicimos. Es decir, “El baile final de los locos y los cuerdos” lo grabamos en los Garate Estudios de Kaki Arkarazo y luego se lo mandamos a Craig. Además lo grabamos igual, con el mismo sistema que “Adiós Sancho”. Es decir: todo analógico, cinta de 2 pulgadas… la diferencia está en que aparte de comprar las cintas, algo inevitable aquí o allí, tienes que enviarlas… con el gasto que eso conlleva y con lo que pesan. Y mandar 3 o 4 rollos de cintas de 2 pulgadas desde aquí hasta Tucson valen una pasta, más de lo que nosotros pensamos.

¿Como cuánto puede costar?
Pues no lo sé exactamente, pero igual nos costó mandar ese material unos 600 pavos. ¡Y hay que asegurarlo!

¿No se guardan copias de seguridad por si se pierden por el camino?
¡Buena pregunta! (Risas) La verdad es que eso ya se me escapa. Cuando tú lo grabas y estás en el estudio, esa cinta es la que está ahí, así que supongo que puedes pedirle al tipo del estudio que conserve una copia… por si acaso pasa algo. No sé, igual el barco se hunde en el triángulo de Las Bermudas (risas).

Así pasa, que al cabo del tiempo aparecen por ahí latas de cintas de The Beatles, por ejemplo.
(Risas) Sí, el típico barco, ¿no? Yo creo que sí, que se puede hacer lo de las copias. Nosotros, en el caso de este último disco, ya lo habíamos grabado allí y se mezcló en el mismo estudio, así que no corrimos ese riesgo.

Pero maticemos: el estudio de Craig en el que grabasteis (WaveLab Recording Studios) no es el mismo que él tenía antes. El de ahora es una especie de parque temático, ¿verdad?
Un parque temático musical de estos con atracciones tipo “arenas movedizas del desierto” (Risas). A Craig lo conocimos en realidad, como artistas, desde hacía muchos años por los primeros discos de Caléxico entre el 99 y 2000, con el “Black light” y “Hot rail”. “Spoke”, el primero, no tuvo mucha repercusión, pero “Black light” ya tuvo más empuje y fue el primer salto de Caléxico. El siguiente, “Hot rail”, ya giraba en torno a una corrida de toros ficticia y las canciones tenían un orden. La primera se llamaba ‘El picador’; en el cambio de tercio estaba ‘Muleta’… pues todo ese rollo. ¡Qué buena es ‘Tres avisos’ y qué buen nombre es ese para un título! Quizá no era el mejor disco de Caléxico, pero en las sesiones de ese disco grabaron su mejor canción, que es ‘Crystal frontier’, que encima estaba en un single aparte que no estaba en el LP. Pero cuando se agotó la primera tirada de ese disco, en la reedición metieron esa canción. Bueno, pues a Craig lo conocía de esa época, pero personalmente lo conocimos cuando fuimos al SXSW de Austin en el 2009. Ya nos había producido un disco, pero no habíamos tenido contacto físico y personal. Ese contacto se estableció por Jairo Zavala [Depedro], con el que ya había trabajado para la grabación y producción del primer disco de Depedro en el primer estudio de Craig antes de cambiar el emplazamiento.

Sí, ¿porque él tuvo problemas de salud?
Así es. Los problemas de salud vinieron después de haber trabajado con él en “El baile final de los locos y los cuerdos” y después de conocerlo en Austin. Luego nos mezcló un par de versiones para un disco compartido con The Hi-Risers: ‘Flamenco’ (Los Brincos) y ‘Take five’ (David Brubeck).

Por cierto, David Brubeck ha muerto hace nada.
Cierto, con 90 u 80 y tantos años…

Joder, o se os mueren o se os ponen muy enfermos.
Se nos mueren antes o se nos mueren después (risas).

Y eso tiene que ver con “Adiós Sancho”…
Sí, pero ahí ha sido un homenaje claro después de la desaparición de Sancho Gracia.

Lo veo, no fúnebre, pero sí solemne. ‘Adiós Sancho’ -que es además la primera canción- suena así y supongo que es gracias también a la trompeta de Yevhen [Riechkalov].
Muy solemne, ¿verdad? Es que es la canción que le hemos dedicado a Sancho Gracia. Bueno, a Sancho Gracia… si quieres, sí, pero no es sólo a Sancho Gracia. El nombre de Sancho tiene muchas referencias y más en un país como este. Igual en otros países no lo es…

Está Pepe Sancho, por ejemplo.
Otro que es también un bandolero (risas). Era el marido de María Jiménez, ¿no?

Sí.
¡Vaya pareja, tío! ¡Brutal! Eran dinamita, joder.

Si Pepe Sancho hubiera sido músico, habría sacado algo muy Punk con María Jiménez. Algo así como “Pelea en broma” de Juanito Valderrama y Dolores Abril.
(Risas) ¡Hostia! Esa habría sido otra buena pareja musical, tipo Lee Hazlewood y Nancy Sinatra… pero al revés. Pepe Sancho habría hecho de Nancy Sinatra y María Jiménez el de Lee Hazlewood. Habrían tenido las personalidades cruzadas.

Siguiendo con el tema de la solemnidad, destaco como 3 o 4 temas que van de ese palo. De todas formas, me pregunto si había idea de hacer un disco tan “solemne”.
Nosotros nunca planteamos la grabación de un disco con una idea fija determinada, sin ser conceptual. Las canciones te pueden salir de una manera u otra en función del momento en el que vives. Cuando tú estás trabajando en una canción a lo largo de un año, te da mucho tiempo para pulirla reorientándola en un momento dado, transformarla en función de tu estado de ánimo y criterio… y así un montón de veces a lo largo de ese tiempo. Si tú te metes a grabar con material que tenías de 2 meses antes, no vas a tener ese margen de reacción. Eso es lo único que hacemos de manera premeditada. Pero no porque lo consideremos mejor, sino porque no nos podemos permitir el lujo de perder mucho tiempo en darle vueltas a las cosas. También confiamos en el grado de comunicación que hay a la hora de trabajar y de tocar, así que pensamos que con ese tiempo es suficiente como para que podamos meternos a grabar un disco con ciertas garantías donde sea. Entonces, el rollo solemne o el resultado final del disco es más fruto de la casualidad que de otra cosa. Nosotros nos metemos con esa idea a grabar: con la intención de captar el momento o procurando que las canciones no pierdan esa frescura e inmediatez. O sea, que no pasen más de 2 meses cuando se trabaje una canción.

¿Y las ideas? Hay que tenerlas en cuenta.
Trabajamos con las ideas de los 5, así que trabajando con esas ideas provenientes de 5 fuentes distintas, le puede dar una variedad al disco mucho mayor. Uno puede venir con algo pensado y con cierta perspectiva u orientación. Esa idea se trabaja después en conjunto y se coloca en algún sitio. De manera que, una vez nos encontramos con las canciones de este disco, vemos que es verdad que todas tienen como esa intensidad.

‘Un buen día para morir’ y ‘La leyenda del solitario’. Además de la ya comentada ‘Adiós Sancho’.
Sí, bien, pero veo ciertas diferencias entre esas canciones. ‘Adiós Sancho’ y ‘Un buen día para morir’ son 2 temas que veo dentro de un bloque que representa muy bien el presente de Los Coronas desde que nosotros decidimos incluir la trompeta como un elemento fundamental en el sonido de la banda. Desde el momento en el que nosotros decidimos dar ese paso adelante y el sonido da ese pequeño giro, las canciones empiezan a tener otro tipo de textura y la trompeta adquiere más protagonismo. Por un lado se convierte en un elemento solista, pero a la vez es como el pegamento para el grupo. Se mete en todos los huecos que nosotros vamos dejando por ahí. A lo que voy: ‘Adiós Sancho’ y ‘Un buen día para morir’ reflejan ese presente de banda de Rock and Roll instrumental (cosa que no debemos olvidar) que se ha abierto a otro tipo de ventanas para que entre aire fresco de otros géneros y haga que la atmósfera que se crea tenga un olor distinto.

¿Y ‘La leyenda del solitario’?
Desde mi punto de vista, ‘La leyenda del solitario’ va un paso más allá. Se mete en algo que es muy serio porque estamos hablando de Camarón, ¡cuidado! Hay que tener en cuenta que los que nos acercamos a ese mundo no tenemos el grado de conocimiento ni destreza que se requiere para meterse ahí, pero sí mucho respeto y admiración. Además de eso, también hay una pasión sincera. Hay que reivindicar esto porque es muy grande y muy serio.

Es nuestro Blues, de hecho.
¡Exactamente! Es nuestro Blues y son nuestras raíces. Eso son palabras mayores.

¿Son Los Coronas un grupo de Rock and Roll actual que haya intentado confraternizar con las raíces?
Yo creo que no. Hay muchos ejemplos. Igual desde nuestro punto de vista y por venir de una escena muy reducida como es el Rock and Roll o Surf-Rock instrumental sí es posible que haya grupos que no lo hayan hecho en la actualidad. Pero si nos remontamos a grupos como Los Brincos, veremos que ya grabaron temas como ‘Flamenco’. ¡Y está esa sonoridad ahí!

Pero Los Brincos no era un grupo instrumental.
Ya, pero me refiero a que no es la primera vez que se funde el Pop con el Flamenco. Ha pasado con Los Planetas y con Lagartija Nick. Ya ha habido propuestas muy serias y muy arriesgadas… incluso mucho más ambiciosas que esto porque, al fin y al cabo, ‘La leyenda del solitario’ es una canción muy concreta. Y en el caso de Los Coronas en general, pues porque es nuestra manera de aportarle algo al género. Repito que son nuestras raíces. Si queremos salirnos de las pautas canónicas del Rock and Roll en general… ¿a dónde vamos a ir?

¿Como evolución natural?
Claro, ¿a dónde? Estamos trabajando con un género que no es el nuestro, así que si quieres hacer algo tuyo con eso, te lo tienes que traer y llevártelo al huerto.

Pero Los Coronas no controlan el Flamenco.
No lo controlamos porque el conocimiento que tenemos de ese mundo es el que nos da nuestra categoría de admiradores de la música en general o de admiradores, en mayor o menor grado, de lo que es el Flamenco como pueda ser el Blues, el Punk, el Jazz, el Rock and Roll, el Rhythm and Blues o lo que sea. Lo asumimos y lo reconocemos. De hecho, el paso que hemos dado con esta canción ha sido un paso prudente porque queríamos ver ante todo como quedaba, pero en el caso de haber tenido la más mínima duda… fuera. Con Camarón no se juega.

Entonces… ¿tiene que ver esto con lo de Triana que se ha quedado fuera?
No. Lo de Triana no tiene que ver. Eso saldrá más adelante.

¡Cuánto secretismo!
Secretismo, no (risas). No pensaba mencionarlo porque es algo que no se ha dicho en la nota de prensa, pero cualquiera que haya venido a los últimos de nuestros conciertos lo habrá podido notar. Javi [Vacas] es un gran fan de Triana, pero nuestro trompetista no lo conocía, así que cuando le decíamos que queríamos una canción “estilo Triana”, él lo entendía perfectamente viendo cómo se lo indicaba Javi. Estuvimos tocando canciones que tenían improvisación dentro de ese rollo durante meses y meses… De pronto un día, estando en un festival, suena una canción de Triana y Yevhen dijo: ‘¡Esto es estilo Triana!’. A lo que nosotros le dijimos: ‘No, es que esto es Triana’. Pero nada, él no lo entendía: ‘¿Pero Triana es un grupo?’. (Risas) Él pensaba que era un estilo. Con eso quiero decir que lo de Triana es una cosa que se hizo en este caso de manera independiente, espontánea y casual para probar. Como no habíamos hecho ninguna versión y eran todo temas originales, decidimos probar qué salía si cogíamos ese camino.

¿No es una versión de Triana pero sí algo que pudo haber hecho Triana?
(Risas) Lo averiguaremos dentro de… un tiempo. Tenemos parte del material que hemos grabado sin publicar y la idea es publicarlo, pero no sabemos cuándo. Habrá que jugar las bazas según vayamos viendo cómo va todo. Va a ser algo sorprendente para muchos. No es por el simple hecho de hacer una canción que suena a Triana o porque sea una versión, sino que va a ser sorprendente por más cosas. Será un paso que no hemos dado nunca como grupo.

O sea, que de las 13 canciones que hay en “Adiós Sancho” hay muchas otras en el cajón.
Y ahí estarán, pero terminarán publicándose. Si en “Adiós Sancho” hay canciones como ‘La leyenda del solitario’, ‘Way to San José’ o ‘Baila Lola’, en este caso… va mucho más allá de un simple pequeño movimiento. Si me apuras, te diré que es algo inédito dentro de la carrera y del sonido de Los Coronas.

¿Tan inédito que la portada de “Adiós Sancho” tenga que ver con eso también? Anteriormente llevaban una estética propia del Surf-Rock o incluso del Rockabilly, ya sabes… esa clase de ilustraciones. Pero ahora aparece una mujer que podría ser flamenca o mexicana… Además, están ahí los claveles y peineta.
Sí, hombre. Yo creo que la portada es un reflejo absoluto de lo que te vas a encontrar dentro del disco. La portada está llena de referencias a esos conceptos culturales: al de la música tradicional española y a las raíces flamencas, y al de la música que mezcla conceptos musicales tradicionales del otro lado del océano con los nuestros. Es verdad que la chica de la portada puede ser una mexicana o una cordobesa con sus 3 claveles, los cuales simbolizan esos bloques musicales en los que se podría dividir el disco. Si abres el disco, la foto que hay dentro es un homenaje a nuestro pasado y un homenaje a uno de los grupos del imaginario de Los Coronas, como son The Shadows. Nos hicimos la foto en San José, en el desierto de Almería, en la cuál se le da más protagonismo a la proyección de nuestras sombras alargadas que a lo que es el personaje.

¿Como la famosa portada de aquél disco de The Shadows en el que salían los mástiles de las guitarras con unas alargadas sombras?
Exactamente. Luego aparece también nuestra furgoneta, la que hemos estado utilizando en estos 15 días durante la grabación en Tucson, que es una Ford del año 71 o 72, pero en plan pick-up; con 3 plazas delante y la zona de carga detrás. Como éramos 6 y a veces hasta 7, íbamos en plan espaldas mojadas paseándonos por todo Arizona como si fuéramos inmigrantes ilegales (risas). Era una furgoneta que ni frenaba ni podía ir a más de 70 por hora. Se caía a trozos directamente.

Resumiendo… ¿podríamos decir entonces que Los Coronas han estabilizado su sonido?
Mira, “El baile final de los locos y los cuerdos” sí que lo veía como una consolidación de lo que veníamos haciendo hasta ahora, pero con “Adiós Sancho” es casi más el inicio que el final de algo.


Texto: Carlos H. Vázquez.

Fotos: Paola Bragado.
charlyh

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