Kase.O Jazz Magnetism, 19/02/11 – sala Heineken, Madrid

Cuando hay una figura artística que es capaz de sorprender, reinventar y revitalizar su género, logra trascender más allá de lo corriente. Eso es precisamente lo que le pasa a Kase.O. Con su grupo Violadores del Verso, colaborando con otros raperos de la escena nacional o en solitario, junto a los Magnéticos, da lo mismo, no importa como brote el talento porque siempre lo hace a raudales y con la clase que caracteriza la técnica, la lírica y el flow del zaragozano Javier Ibarra. El año pasado nos sorprendió a todos con este nuevo proyecto, inspirado en artistas como Gang Starr, Gil Scott-Heron, De la Soul, o por encima de todos ellos, el maestro Guru y sus series Jazzmatazz. Por supuesto, Kase no dudó en dedicarle el concierto y avivar su memoria, a causa de su fallecimiento el año pasado, víctima del cáncer.

La primera visita de Kase.O Jazz Magnetism a la capital tuvo lugar el año pasado en la sala Joy Eslava. En esta ocasión la elegida fue la Heineken por partida doble, el sábado y el domingo. No estaba previsto en un comienzo pero la demanda de entradas, que colgó el cartel de “agotadas” en la puerta del club de la madrileña calle Princesa, hizo que la fiesta durara todo el fin de semana. Con un público tremendamente heterogéneo, además de bastante nervioso y fumado, algo más de una hora después de la apertura de puertas, el combo Jazz Magnetism (Dani Domínguez a la batería, Jp Balcázar al bajo, Dani Comas a la guitarra y Hugo Astudillo en el saxo) saltaron a escena para caldear sus instrumentos y nuestras ansias de meneo, con una improvisación que cinco minutos después dio la bienvenida al anfitrión de la velada. Con un corte a cepillo como el que le caracterizaba a finales de los noventa y algún que otro clamor desde el público que suplicaba un hijo suyo, Javato Jones nos invitó a subir en su crucero. No cesó en su insistencia de dejarnos claro que él era un mero cocinero y que nosotros teníamos que crear la velada junto a él. Completamente pletórico y con una sonrisa permanente que reflejaba su ilusión por estar allí haciendo lo que hace, divagó con su copa de whisky en la mano, acerca de viajes a Turquía y a Las Vegas, espejos, pureza, subconsciencia, imaginación, capitanes, barcos y aventuras varias. Vaya, que empezaba el concierto.

Y de qué manera comenzó la odisea de rimas, con “A solas con un ritmo” del histórico Genios, sacudiendo nuestro recuerdo y prendiendo la mecha funk que desde siempre Kase ha metido hasta con calzador en nuestras entrañas. Tras esta, una revisión de la acelerada “Amarga Bilis” que compuso en bis a bis con el Sr. Rojo, bastante más calmada y rítmica y que dio paso a “Intro 97”, rebautizado como “Blues de los 17”, también del debut, y que por primera vez arrancó un buen coro de todos los presentes a ritmo de “Uh, ah, yippie, aiyyyo, yo, yo…”. El concierto empezó potente y con temas muy conocidos que lograron achisparnos a todos, receptivos ante cualquier sorpresa con la que Ibarra decidiera deleitarnos. Y sino sólo hacía falta esperar unos segundos para ratificarlo con ese hit de Vicios y Virtudes llamado “Ninguna Chavala tiene dueño” sobre un sample de Gang Starr, momento en el que dedicó unas palabras a Guru, como avanzaba al principio. El ambiente no podía estar más caldeado, respondiendo a la demanda del mc de que la Heineken oliera a gimnasio, y que desde luego fue atendida con creces.

La que estaba claro que no podía faltar en el setlist, aunque sea por su evidencia nominal, era “Algo de Jazz”, canción en la que además se incorporaron dos invitados especiales para el concierto de Madrid, un vibráfono que nos obsequió con bonitos compases, y otro percusionista más llamado Jonas y que también se animó a rapear en brasileño. Tras su única concesión al último trabajo de Doble V, antes del descanso en el que ahora mismo se encuentran para dedicarse a sus proyectos en solitario, la genial “Vivir para contarlo”, comenzó el bloque de temas bastante más desconocidos que los del arranque. Su interpretación de “Nací Muerto”, canción que comparte con Rush y el Sr. Rojo, confirmó el aprecio que tiene al mediocre (todo hay que decirlo) rapero madrileño, o al menos a sus colaboraciones con él bajo las alas de Rap Solo. Además, encadeno versos sacados de otras colaboraciones como en “Libre” con Kid Nacho, “Ke No Hay Alcohol” con Jota Mayúscula o su popular speech de “Billete de Ida hacia la tristeza” con Míos Tíos. Revisiones tremendamente acertadas, como también lo fue la de “Trabajos Manuales” e incluso “Tarántula”.

Dos temas recientes enfilaron la recta final previa a los bises: la colaboración con Capaz,“Pan Caliente”, y la simpática “Tributo a Mr. Scarface” con Hazhe, en homenaje a los Geto Boys.
Fusión colorida de jazz, rap, funk, blues y reggae, a veces más acelerado, a veces más down tempo, lo que sí engloba todo el conjunto es la línea jazzística que hace las veces de base calculada y que pocas veces desata la improvisación. Improvisación que sí dio rienda suelta Kase.O en varios momentos de la velada, con bastante poco acierto en un comienzo, pero con la brillantez que le define al final de la misma. Reconociendo la dificultad de ese noble arte y la vergüenza que le da lanzarse a ella, arrancó una gran ovación y aplausos cuando, a ritmo de agilidad mental y flow, se despidió para adentrarse en los camerinos.
Pero la gente tenía ganas de mucho más, así que Kase.O nos dio más. No mucho más, pero sí que completó las dos horas de un repertorio que se pasó antes de que miráramos el reloj. Regresó con la inédita y, reconozcámoslo, bastante floja “Renacimiento”. Un canto a la redención, el amor y el desprecio por las drogas. Algo que hay que reconocer que tiene guasa cuando lo dices con una copa de whisky y la lengua bailonga; y es que los efluvios etílicos ya estaban de parranda. Tanto que hasta le dio por envidiar a los abstemios, aunque se le veía muy a gusto en su condición de bodegas. Aunque para bebedor experimentado el que en ese momento se subió a las tablas, el inimitable Sho Hai. La ocasión lo merecía por tres motivos: en breve sale su primer y esperado disco Doble Vida, era su cumpleaños y había que poner la sala patas arriba con “Máximo Exponente”. Así que tras cantarle todos al unísono el cumpleaños feliz, hacerle soplar las velas de la tarta y hacer que una lágrima tonta saliera a saludar, toda la masa convergió en un único salto. Allí estaban Kase.O, Hate e incluso el Rumba. Todos menos Lírico, más desaparecido que nunca. Inmortales Doble V, como el ardor estomacal que te destroza si te atreves a beber el ungüento que lleva ese nombre. Aunque ellos son más de otro bebercio y se llama “Ballantains”. Y así terminó la fiesta en la grada. Con mucho salto, sudor, hielos calientes, reminiscencias de Hendrix y una pregunta en el aire a grito pelado que decía “Qué vas a hacer tú?”. Si es Javat quien responde espero que diga “esto y mucho más”. Y hasta pronto.


Foto y texto: Javi JB

javijb

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