Cualquiera que se acaba acercando a Townes Van Zandt termina por preguntarse cómo es posible que un tipo demasiado aficionado al alcohol y a las drogas grabara una cuantas de las obras maestras del country-folk en tan pocos años. La obra de un señor poco interesado en el dinero o la fama, a pesar de que nació en una familia bastante acomodada. Un hombre que pasó gran parte de su vida viviendo modestamente, dedicado tan sólo a sus adicciones y sus canciones. Aunque quizá lo más sorprendente de todo sea también que alguien apostara por editar aquellas canciones y que años después todavía haya tanta gente enamorada de su música, especialmente muchos compañeros de profesión como Steve Earle, Willie Nelson, Lyle Lovett, Kris Kristofferson, Emmylou Harris, Guy Clark; bandas más actuales como Wilco, Cowboy Junkies, My Morning Jacket o The Jayhawks e, incluso, Nacho Vegas, que hizo una versión de Fare Thee Well, Miss Carousel.

A finales de los 60 mientras en Nueva York aparecía gente como James Taylor, Carole King, Neil Diamond o Paul Simon, en Texas iba surgiendo con fuerza una nueva generación de cantautores surgido en un entorno rural que marcará profundamente el devenir de la música norteamericana. Y, entre muchos de ellos, como Guy Clarke, Steve Earle, Rodney Crowell o David Allan Coe, destacó la figura de Townes Van Zandt, mucho más cercano que sus compañeros a las viejas leyendas del blues de los años 40 y 50 y a la siempre influyente figura de Woody Guthrie.

En 1968 publica su primer álbum, For The Sake Of A Song, que no obtiene un gran recibimiento pero al menos le permite dar unos cuantos conciertos por Nashville. Tres años antes había empezado a tocar en algunos locales de Houston por unos pocos dólares la noche, pero la muerte de su padre en 1966 pudo ser el detonante para que empezara a pensar seriamente en una carrera musical, porque éste le conminó a componer sus propias canciones y abandonar el repertorio de versiones de Bob Dylan y Lightning Hopkins, entre otros, con el que empezaba a darse a conocer en algunos pequeños círculos.

Van Zandt no tenía mucho interés por las grabaciones y sus técnicas. Prefería centrarse en el proceso compositivo y en sus comienzos fue el productor Jack Clement quien tomó todas las decisiones relativas las grabaciones, aunque años más tarde se arrepentiría de haber sobreproducido discos como For The Sake Of A Song, que quedó ciertamente demasiado cargado y posiblemente alejado de las ideas originales del músico. Our Mother The Mountain aparece en 1969 y con él llegaron sus primeros éxitos con el tema que da título al álbum y, sobre todo, la dura historia de Tecumseh Valley, que grabó también en su primer álbum. Curiosamente estas y algunas más, como My Proud Mountains o Like A Summer Thursday, son en las que el sonido se muestra más austero y, afortunadamente, Jack Clement no incluyó algunos elementos que ponen algunas composiciones en una difícil situación.

Su tercer trabajo, homónimo, se edita en 1969 y en él vuelve a regrabar temas de discos anteriores. Esta vez le tocan a For The Sake Of The Song, Waiting Around To Die y I’ll Be Here In The Morning, que quedan bastante mejor que en las primeras grabaciones, en parte gracias a la labor del nuevo productor, Kevin Eggers, que parece entender mejor al artista que Clement. Un par de años más tarde aparece Delta Momma Blues, en el que repite con Eggers como productor. La tradicional F.F.V. abre el disco de forma magistral, con una historia muy del gusto de Van Zandt, pero los mejores momentos del álbum llegan con Tower Song y el enorme final con Rake y Nothin’ en un brutal ejercicio de desnudez emocional que sobrecoge profundamente.

En 1972 Van Zandt graba los que son considerados por muchos sus mejores discos, High, Low And In Between y The Late Great Townes Van Zandt, que incluso han llegado han editarse unidos. Lo cierto es que ambos trabajos, quizá por la cercanía en el tiempo, tienen un tronco en común y bien podrían haber formado un solo álbum doble en su momento. La instrumentación de ambos es acertada y apenas toma el protagonismo, cediéndoselo en todo momento a la guitarra y la voz de Van Zandt. Eso sí, lo que consiguió aquel tratamiento es que las canciones sonaran mucho más asequibles que en discos anteriores en lo que, por exceso o por omisión, se hacía algo más complicado digerir sus obras. En High, Low And In Between estaba incluida una de sus composiciones más famosas: To Live Is To Fly, que por cierto, es la frase que le acompaña en la tumba.

En 1978, con Flyin’ Shoes, graba el que muchos consideran su último gran trabajo de estudio. Este disco cuenta con uno de los mejores comienzos de toda su discografía, con Dollar Bill Blues, pero también cuenta con otros más pausados y reflexivos, como la que da título el álbum o No Place To Fall. A partir del verano de aquel año Van Zandt se aleja del mundo y, según Steve Earle, apenas estaba interesado en nada más que cultivar plantas, escuchar la radio y ver la televisión, aunque hizo algunas esporádicas y breves apariciones, como en el videoclip de la versión que hicieron Willie Nelson y Merle Haggard de su canción Pancho & Lefty.

At My Window, de 1987, es su único trabajo en casi una década, perdido entre una discografía tan extensa y apenas considerado por la crítica especializada. Pero aquel fue un álbum especial, grabado por un tipo que ya casi se encontraba fuera del mundillo de la música y que, con los años y los excesos, había acentuado el dolor y el desgarro de su voz. No sólo el tema que da nombre al disco o la más conocida Buckskin Stallion Blues hacen de éste un trabajo especialmente interesante, sino también las magníficas Little Sundance #2, Still Looking For You o The Catfish Song, en las que podemos apreciar un trabajo en los arreglos austero pero elegante.

En 1993 aparece The Nashville Sessions, que recoge las grabaciones que iban a formar parte de un álbum de 1972 que no llegó a ser editado debido al cierre del que era su sello por aquel entonces, Poppy Records, y cuyo título iba a ser Seven Come Eleven Album. A lo largo de los años Van Zandt fue rescatando muchas de esas canciones e incluyéndolas en varios discos, pero en este The Nashville Sessions lo que encontramos son las versiones primigenias de esos temas y alguno más que nunca llegó a rescatar en otro álbum.

Después de algún directo, las regrabaciones de temas antiguos de Rear View Mirror y las versiones de Roadsongs, había llegado el momento para el músico texano de grabar nuevas canciones y en 1994 editaba No Deeper Blue. Un trabajo en el que se parapetaba detrás de sus temas más recurrentes y sus influencias más profundas y que, sin ser lo más destacado en su extensa discografía, seguía manteniendo un nivel más que digno.

A partir de entonces su salud va de mal en peor con una vuelta al alcohol, del que se había apartado unos pocos años, un accidente doméstico que le tuvo en cama durante semanas y los cada vez más frecuentes ingresos hospitalarios causados por la embriaguez. Con 52 años, justo cuando una nueva generación comenzaba a descubrirle y recién entrado el año nuevo de 1997, Townes Van Zandt dejaba este mundo por una arritmia cardíaca según los médicos.

En los años posteriores su sello, en connivencia con su antiguo manager, publicó un buen número de discos con temas inéditos y en directo del malogrado músico, lo que ocasionó un malestar comprensible en su familia, aunque lo cierto es que algunos de ellos tienen interés, porque incluyen versiones acústicas y más sobrias que las originales.

Desde finales de los 90 su leyenda ha ido en aumento, en parte gracias a la publicación de libros y documentales sobre su figura, como el interesante y emotivo Be Here To Love Me. La otra cara es que en demasiadas ocasiones se acompañan algunas publicaciones de más y más detalles sobre su enfermedad, sus adicciones, sus lapsus de memoria y algunas de sus polémicas actuaciones en directo. Pero la mejor forma de sumergirse en su vida, sus miserias y sus historias sigue siendo, afortunadamente, su música.


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Townes Van Zandt
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Artículo elaborado a partir de la información recogida en Wikipedia.

jmvilches

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