El Sonorama se celebra en tierra de vino y cordero, y la organización sigue empeñada en que no nos marchemos de Aranda sin probar sus manjares. Para que nadie se duerma en los laureles y estar seguros de que todo el mundo llegue al almuerzo, desde hace años se programan conciertos gratuitos al aire libre en pleno casco antiguo. Como comentábamos en la reseña del jueves, bastantes de estos conciertos tienen tanto o más interés que los programados en horario nocturno.


Hacía un calor infernal al mediodía en el centro del pueblo, lo que parecía pegar muy bien con el tropicalismo que asoma en la propuesta de los barceloneses Extraperlo. en directo dejan ver todas las cosas que nos han gustado de “Desayuno continental“, un disco tan intrascendente como entretenido. Pero era demasiado temprano para un concierto tan festivo: no se acercó demasiado público, y a los que estábamos todavía nos pesaban las legañas.

Con L.A. la cosa empezó a calentarse más a base de pop guitarrero a la británica, sencillo a la par que efectivo, y la apoteosis llegó con Los Coronas, los reyes del surf mesetario. Dieron el pistoletazo de salida con esa especie de mash up entre el “Radioactivity” de Kraftwerk y el clásico “Ghost Riders in the Sky” y pusieron a bailar a una plaza que ya estaba abarrotada. Bajo un sol de justicia y ataviados con sombreros de cowboy, por un momento podía parecer que más que en la Provincia de Burgos nos encontrábamos en un pueblo de Nuevo Mexico. Y es que en el sonido de los Coronas pesa mucho la estética del western. Pero si tuvieran que poner banda sonora a uno, sin duda sería un spaghetti western rodado en el desierto de Almería. Practican un r’n’r bastardo, que se junta con cualquier cosa que pueda conducir a la diversión, ya sea reggaeton, pasodoble o acrobacias como lo de “tocar la guitarra con los brazos cruzados” (o cómo aplicar lo aprendido con el juego Twister a la técnica de guitarra). En definitiva, Los Coronas nos brindaron, uno de los grandes momentos del festival. El que dijo que el r’n’r clásico no tiene cabida en los festivales pop será porque no ha visto a este grupo en directo .

Supongo que el que no haya estado nunca en un Sonorama se estará dando cuenta de que es un festival preparado para pasarselo a tope casi las 24 horas del día. Pero estar pendiente de todas las actividades sería una tarea maratoniana, así que hay que ser selectivo con nuestras prioridades. Así que la visita a las piscinas para refrescarnos y recuperar fuerzas hizo que nos perdiéramos conciertos a priori muy interesantes como los de Unfinished Sympathy y Anni B. Sweet.

Nacho Vegas siempre me da algo de reparo. Tanto en disco como en directo es capaz de lo mejor y de lo peor, de momentos sublimes y de vulgares peñazos. Y en esta ocasión venía para presentar “El manifiesto desastre” un último disco que yo metería en el saco de los peñazos. El concierto me resultó bastante espeso aunque hubo momentos puntuales de mayor intensidad; grandes canciones como “El hombre que casi conoció a Michi Panero” suelen resultar infalibles. Pero en general todo se movió entre lo correcto y lo aburrido, así que no recordaré como una de las veces que me hicieron pensar que el asturiano era un genio.


Lagartija Nick tenían una deuda pendiente una deuda con el festival desde que el verano pasado se cayeron (nunca mejor dicho) del cartel. “Entonces tomé mi primera lección de vuelo”, bromeaba Antonio Arias respecto al accidente que les obligó a cancelar parte de su gira. Así que, si cabe, venían con más ganas que otras veces. El sonido del grupo, con el bajo y las guitarras hipersaturadas, y la actitud del cuarteto sobre el escenario, siempre muy rockera, marcaba las distancias con la mayoría de los grupos del cartel. Frente al hedonismo o la introspección de la mayoría de los artistas programados, la estética de Lagartija Nick -esa pesadilla de ciencia ficción que saca a relucir los demonios de la sociedad de la información- supone un trallazo punk, una patada en todos los morros al buen rollo que desde siempre ha caracterizado al festival.
El repertorio se centró en los sus dos últimos discos, con miradas atrás al final del concierto para repasar “Esa extraña inercia (anfetamina)”, “Nuevo Harlem” o “Lo imprevisto”. Y hay que ver cómo canciones recientes como “20 versiones”, “Ayer soñé demasiado”, “Pasajeros en tránsito”, “Sin salir” o “Cuerpo y mente” se han convertido en clásicos instantáneos con los que los granadinos pueden vertebrar un concierto sin que se echen en falta más revisiones de sus grandes discos de la década de los noventa. En definitiva, un gran concierto de un grupo imprescindible.

Durante la actuación de Amy McDonald, la reina del politono, optamos por cenar y repostar energías para aguantar el resto de la noche.

Con Mendetz arrancó la parte más fiestera de la noche. los barceloneses son una máquina de hacer bailar, y como tal cumplieron con lo que se esperaba de ellos y pusieron a casi todo el público en marcha.
Con su segundo disco, “Souvenir“, el grupo ha renovado su sonido y se han acercado al dance electrónico de los primeros años noventa. Y, qué queréis que os diga, me cuesta mucho encontrar la gracia a reencontrarme de nuevo con aquellos sonidos con los que se me martirizó durante mis años de instituto. ¿Seré un amargado? Pues no lo sé, pero lo cierto es que se me torció el gesto cuando todo el mundo a mi alrededor se puso a corear la versión del clásico discotequero “Freed of Destiny“. En fin, creo que no estoy hecho para estas cosas.

El verano pasado Vetusta Morla actuaron ante una muchedumbre en la plaza del pueblo, y a partir de aquel momento creo que la frase más coreada del festival fue “Vetusta Morla, escenario principal”. Por aquel entonces, a pesar del tiempo que llevaban en activo, eran un grupo desconocido para las mayorías, y con aquel concierto se ganaron a un buen puñado de fans. Ahora, un año después, Vetusta Morla no sólo están en el escenario principal sino que hacen las veces de cabezas de cartel. El asunto es que esta es ya la tercera vez que veo al grupo en apenas un mes, y no sé por qué la intuición me dice que todavía les veré alguna vez más antes del final del verano.
Sobre su actuación, pues poco más que añadir respecto a lo que ya se ha comentado muchas veces: sobre el escenario se convierten en un torrente de energía que pueden hacer que nos olvidemos de muchas de las pegas que le podemos poner a su debut, “Un día en el mundo“. Pero el riesgo de sobreexposición está ahí, y a veces da la impresión de que si siguen a este ritmo el grupo se va a quemar demasiado pronto.
De todas formas, supongo que no debemos achacar este abrasamiento sólo a la insistencia del grupo, sino también al conservadurismo de muchos promotores de eventos. Da un poco de pereza ver que un número muy limitado de artistas se repiten en los carteles de todas las romerías y saraos de la geografía nacional. Por favor, den también una oportunidad a otros nombres.

Dorian vienen a ser un grupo de un solo éxito. Bueno, pongamos que de un par de éxitos: los archifamosos “Cualquier otra parte” y “Te echamos de menos“. El resto de su repertorio es bastante menos interesante, asíq ue buena parte de su repertorio es una excusa con la que llenar minutos hasta que lleguen las canciones que todos esperamos. Así que el resultado es un concierto correcto aunque con demasiados minutos prescindibles.

Chimo Bayo fue una de las últimas incorporaciones al cartel, y lo que en principio era una broma terminó por convertirse en uno de los principales reclamos de la noche del viernes. Se marcó una sesión altamente descacharrante con la que se revivió mucho de lo más casposo de la ruta del bakalao: E.B.M. de garrafón, proyecciones con estética cyberpunk de baratillo, armadura fosforita y gafas con linternas, proclamas para hacer apología del descerebre, y un repertorio chundero en el que entre sus clásicas “Bombas“, “Esta si, esta no” o “La tía Enriqueta” dejó caer algún tema ajeno como “Headhunter” de Front 242 o “Hey Boy, Hey Girl” de Chemical Brothers. Todo tan sumamente desastroso como desternillante.
Y supongo que os preguntareis que por qué con esto me divierto y con Mendetz no… Pues supongo que es un poco como la diferencia entre ver cómo un amigo se pega un trompazo idiota o que la escena te la cuente un testigo sin demasiada gracia. Lo primero divierte, lo segundo aburre. Eso sí, lo mismo que no deseas que tu amigo esté todo el día dándose trompazos, tampoco espero tener que repetir la experiencia Chimo Bayo en una buena temporada. Con una vez ya valió.

Crónica de la primera jornada del festival

Crónica de la tercera jornada del festival


Carlos Caneda

caneda

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  • También te perdiste otro muy interesante y uno de los mejores de todo el festival "Elastic Band".

  • Creí que nadie mas se habia dado cuenta de que LOS CORONAS fueron uno de los grupazos de la jornada... Me alegro de coincidir

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