Si hiciéramos como la avispada prensa musical británica y publicitáramos igual de bien a nuestros artistas, en principio, podríamos echar mano de un buen puñado de cantantes femeninas que dedicadas a la música folk y sus vertientes, han sacudido los cimientos de los sonidos independientes; y no desde ahora, porque existen casos como los de Christina Rosenvinge ó Ainara LeGardon que ya venían pisando fuerte desde hace algunos años atrás. Ni que decir tiene, que lo podríamos hacer con la amplia cantera de grupos exportables en el campo del rock ó el pop, igual de buenos que en otros países. Pero como no tenemos, ni tanto dinero ni tanto orgullo subido, no hacemos como los ingleses ni como los franceses con su cine: ¿Medidas proteccionistas para la música no comercial en nuestro país? Pero primero, ¿qué entendemos por música independiente? En principio, la que no está apoyada por las grandes compañías discográficas pero, en mayor medida, en la que sus artistas no pueden dedicarse por entero a vivir de ella. Empecemos por ahí. De esta manera, podemos analizar cómo se encuentran, tanto la música como el cine en nuestro país (por no citar el teatro u otras artes, o no decir Cultura) y compararnos con el resto de las grandes empresas musicales y países de nuestro entorno.

Todos sabemos que este es el año de Alondra Bentley, por méritos propios (su increíble voz) y por llevar recorriendo la geografía española con un clásico bajo el brazo (“Ashfield Avenue”). Y si su concierto se presenta limitado por la escasez de su repertorio, amplifica el portentoso poder de sus canciones con sus dos insignes acompañantes (Xema Fuertes y Caio Bellveser), dando amplitud con el contrabajo y el banjo a unos sonidos fácilmente identificables con el folk-pop que practican. A un milímetro de mostrarse como una aventajada creadora de cuentos a lo Judy Garland, Alondra Bentley ha domado la voz a su antojo, y recorta sus canciones en unas figuras de colorines que pega en la memoria de un público que tararea sus letras y armonías como si las hubiese creado hace años.

El tono clásico de su repertorio crece aún más en directo, con temas cantados con matemática precisión (por poner un ejemplo, la magia de “…dot, dot, dot”) y deshace la duda de pensar lo que haría Alondra Bentley en directo cuando lleve tres discos publicados; si será capaz de mantener el nivel que ha conseguido con su bautizo musical y si aguantará dos horas de concierto al mismo nivel. En la Sala El Sol tocó una hora justa.

Por ahora, mejor no pensar en eso, cuando se trata de presentar unas canciones que brillan con luz propia y con un público que reconoce la justa medida del trabajo que ha conseguido con unos cuantos temas. Alondra Bentley no es una locuaz comunicadora sobre el escenario pero, por ahora, no lo necesita con el nivel de lo aventajado que ofrece. En directo presenta sus canciones, que suenan igual de bien que en el disco y no las alarga más de lo debido.

Sus canciones son un repertorio homogéneo entre el cuento infantil y la historia lírica que expresa con la suave armonía de esos tonos que se disparan como un cañonazo hacia el espacio de las mejores voces que se pueden escuchar en nuestro país (o fuera, siguiendo con el tema introducción del artículo) como abandera indiscutible de un folk que, si se hiciese más fiera, haría sombra a cualquier defensor de Kristin Hersh que se precie. Porque, esta última posee junto con Michael Stipe, uno de los mejores duetos de folk-pop de las últimas décadas (“Your ghost”). Sólo hace falta tiempo para que algún inteligente cantante desee hacer un dueto con Alondra Bentley. Seguro que le saldría algo tan bueno como lo realizado por aquellos. El borrador de un clásico lo tiene sellado con “Ashfield Avenue”. O si no, que algún publicista incluya algún tema suyo para algún spot publicitario. Y así, la popularidad está más que asegurada. Será que así funcionan las cosas en España. A fuerza de un golpe de suerte, de esfuerzo de las compañías independientes o de rodar y rodar un disco que se mantiene por sí sólo con orgullo como un clásico. Y además, lo publican en vinilo. La magia del vinilo y estas canciones unidas en una suerte de pasión para coleccionistas. Eso, suerte y a por todas.


Texto: Ángel Del Olmo

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