Desde mediados de la década de los noventa, parte de la formación original de Thin Lizzy ha estado girando de forma intermitente bajo ese nombre, lo que a muchos aficionados siempre les pareció una decisión poco afortunada. Y es que, sin desdeñar ni mucho menos el trabajo de Brian Downey o Scott Gorham, la ausencia de Phil Lynnot debiera haber bastado para no usar el nombre original de la banda. Ahora, después de tantos años, por fin se han decidido a cambiarlo, aunque la formación de Black Star Riders es prácticamente la misma que hemos tenido la oportunidad de ver como Thin Lizzy durante mucho tiempo.

Esta decisión consigue que nos adentremos en este trabajo de una forma totalmente nueva y más abierta. Puede parecer una incongruencia, pero es así. Ya no duele ver Thin Lizzy sin Phil Lynnot, porque estamos ante otra banda diferente. Todo ello no quita que All Hell Breaks Loose suena enormemente a la banda irlandesa, y tampoco debería extrañarnos, puesto que el señor Gorham también fue compositor de un puñado de clásicos. Eso y que obviamente saben que se dirigen a un público ya conocedor de la obra de Thin Lizzy claro. Así que todo recuerda a discos como Jailbreak o Black Rose, incluso con una cierta exageración de Ricky Warwick emulando al gran Lynnot. Y, sin embargo, es un disco tremendamente divertido que apetece reproducir más de una vez, porque alegra el día escuchar temas como Bound For Glory, Hey Judas o Valley Of The Stones.

All Hell Breaks Loose es uno de esos casos en los que es necesario desprenderse de cualquier prejuicio para poder disfrutarlo. Cierto es que continuamente hay melodías que nos traen a la mente clásicos de Thin Lizzy, pero también que las composiciones son los suficientemente frescas y bien desarrolladas como para dejar que nos acompañen una buena temporada.

Texto: Juan Manuel Vilches